Es una sensación muy extraña la que siento estos días siguiendo las noticias de lo que ocurre en todo el mundo, y en especial en Catalunya donde tengo toda la familia y la mayoría de las amigas y amigos, con esta pandemia del COVID-19.
Desde este rincón del mundo que es Namche, veo como los países más avanzados del mundo se ven incapaces de hacer frente a una situación que nadie esperaba hace tan sólo dos meses. Pero sobre todo te encoge el corazón, las angustias y las incertidumbres que hacen sufrir a tanta gente.
Nepal sólo ha registrado un único caso, muy al principio y ya está recuperado. Al menos oficialmente, Nepal es un país libre de este virus a fecha de hoy (15/03/2020). Es un país donde el miedo a un estallido de este virus es muy grande ya que es un país muy pobre y con una infraestructura sanitaria muy débil, y en algunas zonas remotas, inexistente. Su capacidad de respuesta a situaciones de emergencia sanitaria, como las que vemos en los países más afectados, sería muy pequeña.
Quizá por eso, esta semana el Gobierno ha tomado unas decisiones bastante drásticas e inesperadas, que afectarán a la economía de todo el país y sobre todo de la gente que trabaja en el sector del turismo y especialmente en las zonas de montaña.
El Gobierno ha decidido cancelar todos los permisos para las expediciones de la temporada de primavera, que es la más importante del año, y ha suspendido hasta el 30 de abril el sistema de visado de entrada al país, que se podía obtener a la llegada sólo con una solicitud on line previa. Ahora se debe pedir a la embajada de Nepal de cada país con unos requerimientos que hacen casi imposible de obtener.
A esto hay que añadir que ha cerrado casi todos los accesos por tierra desde la India y China, lo que convierte Nepal en un país libre del virus, que se intenta blindar del resto del mundo para evitar que entre. ¿Será efectivo? Hay muchas dudas, pero tendremos que esperar a ver qué pasa.
El camino que llega a Namche, sin nadie Monumento a Tenzing Norgay
Todo esto ya está teniendo unos efectos devastadores para la economía de la región del Everest, donde desarrollo mi proyecto sobre la vida del pueblo Sherpa. Es una situación que, por supuesto, yo no había previsto y que me parece importante explicar.
Tiendas abiertas y tiendas cerradas Mirando si alguien llega
En otros posts que he ido publicando he explicado la gran dependencia del turismo que tiene la economía de estos valles. Sólo por el impacto que esta pandemia estaba teniendo sobre la llegada de trekkings y expediciones, antes de que el Gobierno tomara estas decisiones, las anulaciones de reservas de alojamiento y de guiado, según algunos establecimientos y agencias que he podido consultar, ya se situaban en un 30%.
Ahora, con estas decisiones del gobierno, se cuenta que llegará muy poca gente. Mi amigo Pasang me decía ayer, medio en broma medio en serio, que, si esto sigue así, dentro de unas semanas seré el único extranjero de estos valles.
Según la Nepal Mountaineering Association, esta temporada de primavera, unas 10.000 personas, entre guías, porteadores, cocineros y otros trabajos relacionados, se quedarán sin trabajo. La mayoría de los alojamientos del Khumbu cuentan que les llegarán muy pocos huéspedes y el comercio, concentrado sobre todo en Namche, se quedará sin clientes. De hecho, hay algunos lodges y establecimientos de restauración que aquí en Namche de momento no han abierto.
Punto de vista emblemático, sobre Namche Y su terraza con pocas personas
Muy relacionado con el turismo de montaña también hay el sector de la aviación doméstica que estima una disminución de un 60% de pasajeros y unas cancelaciones de reservas de vuelos de helicópteros, que llegan al 70%.
Estos días, paseando por Namche y visitando pueblos y monasterios de los alrededores, he podido constatar la poca gente que hay. Es una sensación extraña. Parece invierno o verano, épocas que ya cuentas que no habrá mucha gente. Pero a mitad de marzo, no.
Los sitios emblemáticos como el hotel Everest View, con su terraza con vistas al Everest, que siempre hierve de clientes, ahora está casi vacía. O el monumento dedicado a Tenzing Norgay (el sherpa que con Edmund Hillary pisaron la cima del Everest por primera vez), en Namche, donde todo el mundo va a hacerse la foto, ahora no hay que pedir turno. O en la explanada del monasterio de Tengboche, quizás el monasterio budista más icónico del Khumbu, hace dos días, al mediodía no había ni un alma. Inédito por estas fechas.
En unas semanas intentaré completar estas informaciones en función de la evolución de la situación, tanto en el país en general como aquí los valles del Khumbu.
Y os preguntaréis: ¿cómo lo vive la gente aquí? Aparentemente no parecen muy preocupados. Cuando hablamos, tengo la impresión de que frente a los desastres o infortunios, se lo tomas con tranquilidad. No dejan de sonreír, hacen tertulias en la calle, juegan a los dados en las esquinas i … la vida continúa. La filosofía budista ¿ayuda? ¡Tal vez sí!