ANDANDO SOLOS POR EL VALLE DE GOKYO 

Hace dos días que, con mi amigo y guía Pasang, hemos regresado a Namche después de una semana caminando por el valle de Gokyo. Esta es una más de las visitas que estamos haciendo en cada uno de los valles del Khumbu y que son los cimientos sobre los que se irán construyendo los resultados de este proyecto.

Durante esta semana hemos andado unas 25 horas para recorrer 75 km, eso sí con un desnivel acumulado de más de 3.000 m. positivos y, claro, 3.000 m. hacia abajo, para descubrir todos los rincones y rinconcitos del valle.

Quizás os preguntaréis, ¿qué tiene de especial eso más allá de ponerse en forma y disfrutar del paisaje? Pues que ha sido una semana de caminar solos por unos lugares donde, en las temporadas altas, primavera y otoño, incluso se forman pequeños atascos de tanta gente que sube por allí. Quizás sea romanticismo, pero ha sido una experiencia extraordinaria y muy diferente de las otras veces que había realizado trekkings por este país.

Cuando digo solos, quiero decir que no hemos encontrado ningún turista, como llaman aquí a la gente extranjera que realiza trekkings o expediciones.

En cambio, sí que nos hemos encontrado con muchos y muchas sherpas yendo arriba y abajo por los caminos, buscando setas, yendo o volviendo del mercado de fin de semana de Namche o subiendo materiales de construcción cargados a la espalda hacia las obras que se construyen durante el verano.

Esta ha sido una experiencia que, más allá de ver lugares y paisajes espectaculares, me ha servido para descubrir la vida de los sherpas de esta zona en «temporada baja». Una vida que no les viene marcada por el ritmo de los grupos de trekking y sus agencias, sino que es su vida en un momento «tranquilo» del año. Es de eso de lo que quiero hablar hoy.            

Un valle sin pueblos

El valle de Gokyo sigue el curso del río Dudh Koshi hasta su cabecera situada al final del largo glaciar Ngozumba que llega hasta los pies del Cho Oyu (8.188 m). Es un valle donde no hay pueblos habitados permanentemente. Hay una serie de núcleos formados por lodges, o establecimientos similar de alojamiento para  turistas, o bien antiguos asentamientos donde en verano los sherpas llevan a pastar los rebaños desde muy antiguo.

De hecho, los núcleos principales entre Namche y Gokyo, hasta la llegada del turismo, eran asentamientos de este tipo, los cuales, por su situación estratégica, se han consolidado como lugares de etapa por los turistas. Por eso en los últimos 25 o 30 años se han construido muchos lodges. Son los núcleos de Dole, Luza, Macchermo y Gokyo.

No tienen escuelas ni otros servicios comunitarios ya que sus habitantes no viven todo el año y tienen su casa propiamente dicha en pueblos de más abajo, principalmente Khumjung y Khunde. Allí vive parte de la familia y sobre todo los niños porque es donde está la escuela. En Maccherrmo y Gokyo hay un par de pequeños establecimientos de atención médica, lo llaman rescue posts, patrocinados por fundaciones extranjeras, abiertos sólo en primavera y otoño porque están pensados ​​básicamente para dar servicio a los turistas.

También encontramos núcleos más pequeños de lodges que se han ido formando en otros puntos del camino, como Mong La, Phortse Tenga o Phang, donde no hay más actividad que la de alojamiento durante las temporadas turísticas y por lo tanto no encuentras a nadie ni en verano ni en invierno.

Un caminar tranquilo como el de estos días, nos ha permitido descubrir también una multitud de pequeños asentamientos, a menudo alejados del camino principal, ya sea en el fondo del valle o colgados en lugares que parecen inaccesibles en las pendientes que hay a ambos lados del valle.

Todos siguen un mismo patrón. Son unos asentamientos formados por muchos campos de hierba, y algunos de patatas, completamente vallados con paredes de piedra, y con unas pequeñas edificaciones bastante precarias, que les sirven de alojamiento mientras trabajan allí y para guardar la hierba que luego, una vez cortada y seca, servirá para alimentar al ganado en invierno. Es en invierno cuando bajan el ganado y su alimento hacia los pueblos de más abajo donde tienen su casa.              

 El verano es tiempo de lluvia, pero también tiempo de obras

Hemos visto por los caminos mucha gente llevando materiales de construcción hacia arriba. Materiales de muchos tipos, pero uno a destacar. La madera. Aquí se construye sobre todo a base de piedra y madera. La piedra ya la tienen en el lugar, sólo la han de romper y darle forma. Son unos canteros muy competentes.

La madera se sube de muy abajo, allí donde hay bosques y dan permiso para talar. Los comerciantes de madera la llevan en helicóptero hasta Syangboche, justo sobre Namche, allí la venden y de allí se transporta andando, en «paquetes» de unos 95 kg, cargados en la espalda, hasta la obra donde se ha de utilizar. Aquí quiero señalar que una persona que transporta una carga de estas. está un par de días hasta llegar a destino, le pagan 7.000 rupias, de las que se gasta la mitad en alojamiento y comida. Le quedan 3.500 rupias o sea unos 28 € por 3 días de trabajo. ¡Y vaya trabajo!

Los lodges existentes, en verano hacen muchas obras (todos los que visitamos estaban en obras) y construyen algunos nuevos. Una pequeña fiebre constructora. Con todo, en plena temporada turística, no hay suficiente alojamiento.

Las obras las tienen muy bien organizadas para que, si llueve, puedan seguir trabajando. Bajo unas lonas trabajan los carpinteros, los albañiles y los que montan las estructuras. Como sólo tienen el verano para hacer las obras no pueden hacerlo de otra manera.        

Un valle con dos formas de vida, que en verano es una sola

Como ya se puede intuir, la actividad enfocada al turismo, que es la mayoritaria en este valle, y la estrictamente agrícola y ganadera, en clara disminución, nos muestran dos formas de vida muy diferentes. La del turismo más rentable y la otra que lo es muy poco.

Ahora en verano, sin embargo, todo es actividad agrícola y ganadera y los lodges están casi todos cerrados o en obras. Por lo tanto, hemos visto lo mismo en los núcleos de lodges que en los pequeños asentamientos agrícolas. El ganado, sobre todo los yaks y las naks, pastan por los prados mientras la gente siega, seca y guarda la hierba para el invierno. Como es verano y llueve mucho, cuando siegan la hierba la han de recoger y tapar todos los días para que no se moje y muchos días más de una vez. De día, si ven que no va a llover, la esparcen por el campo y por la noche, o si la lluvia vuelve, de nuevo a hacer montones.

Un hecho muy importante a destacar, desde mi punto de vista. Desde hace un año ya han llegado en estos lugares las primeras máquinas para cortar la hierba. ¡Son nuestras desbrozadoras! Esto es un pequeño gran paso adelante hacia la mecanización de la agricultura, que aquí parece casi imposible. Me decía uno de estos vecinos que la máquina hace el trabajo siete veces más deprisa que haciéndolo a mano. No obstante, la mayoría de la gente todavía siega a mano.

También quiero destacar su gran afición a buscar setas, por cierto buenísimas, que tienen esta gente. Como es la estación de las lluvias, es la época de las setas. Se las comen recién cogidas, pero sobre todo las secan para tener para el resto del año.           

El invierno en este valle

En invierno las condiciones climáticas hacen difícil la vida en estas alturas. Hablamos de lugares sobre los 4.000 m. Es por ello que la gran mayoría de los habitantes (de temporada) de este valle, se van a tierras más bajas. Unos a Khumjnung, de donde son la mayoría de los propietarios de los lodges de este valle o a Khunde. Además, muchos de ellos aprovechan el invierno y bajan a Katmandú y, los que se lo pueden permitir, realizan algún viaje. Uno de ellos me contaba una tarde al borde la estufa, contento y orgulloso, mientras charlábamos, que en 2012 había hecho un crucero de 18 días por el Mediterráneo, ¡a muy buen precio! Ya lo creo, ¡en pleno invierno!

En el camino principal de subida de este valle sólo encontramos tres lodges que estén abiertos todo el año, dos en Machhermo y uno en Gokyo y, según dicen, les llegan algunos clientes. Los otros cierran a mitad de diciembre y abren a mitad de marzo.

Como regresamos por un camino poco transitado, por el otro lado del valle, allí sólo encontramos pequeños asentamientos agrícolas que, como decía antes, en invierno no vive nadie. Esto es así excepto 3 familias que conocimos que sí viven todo el año. Según nos dijeron, como no tienen casa en ningún otro lugar, decidieron construir un lodge para aprovechar si pasa algún turista y se queda a comer o dormir (pocos, porque están fuera de la ruta principal). Con ello pueden complementar los ya exiguos ingresos de la actividad agrícola y ganadera, que es su actividad principal. Una vida dura, muy dura y sin embargo siempre te acogen con una sonrisa.                 

Al final del valle de Gokyo, bajando por la izquierda aguas abajo, se llega al pueblo de Phortse, que es el cuarto en número de habitantes, de la parte alta del Khumbu. Pero los pueblos del Khumbu ya hablaremos otro día.

Hoy os he querido explicar nuestra experiencia de caminar una semana por la montaña, sin prisas, sin gente y con el tiempo para detenerte cuando te apetece, hablar con la gente del país, escuchar sus relatos, leyendas o tragedias y, a ratos, vivir como ellos lo hacen, compartiendo mesa, cocina, y porque no, un vaso de su licor, el chhang. Haciéndolo sin sentirte un turista más sino alguien que los escucha, que se interesa por su vida, por sus prácticas religiosas, por las expectativas de los jóvenes o por la falta de servicios que tienen. Esto sólo se puede hacer en épocas que no tengan clientes y por tanto disponen de tiempo para compartirlo contigo. Por cierto, son unos grandes conversadores, entre ellos. ¡Lástima que la barrera del idioma me impida participar!