Hace pocos días, caminando por los alrededores de Namche me crucé con un hombre, ya mayor, que caminaba despacio, vestido con elegancia a la manera tradicional de los sherpas y que iba rezando mientras contaba los mantras que recitaba con las bolas del threng-nga, una especie de rosario que usan los budistas.
Su cara me resultó familiar y después de unos segundos de duda (yo soy muy mal fisonomista) recordé unas fotos suyas que había visto y me di cuenta de que era Kanchha Sherpa, el último miembro vivo de todo el equipo de 103 sherpas y 13 expedicionarios que formaron parte de la expedición que llegó a la cima del Everest por primera vez, el 29 de mayo de 1953.
Nos saludamos e intercambiamos unas pocas palabras de presentación, nos hicimos unas fotos y quedamos en vernos un día en su casa para hablar tranquilamente. Y cada uno seguimos nuestro camino en aquella soleada mañana de otoño.
Así fue como conocí a quien el Nepali Times bautizó como The last of the first (El último de los primeros) y que yo me he permitido utilizar para titular este post.
Kanchha Sherpa tiene ahora 86 años, pero tenía apenas 19 cuando conoció Tenzing Norgay, el sherpa que lideró el equipo de sherpas que hicieron posible que el mismo Tenzing y Edmund Hillary pisaran por primera vez la cima más alta de la tierra, el Everest (8.848 m).
La historia del Kanchha es una historia curiosa que cuando él la explica le brillan los ojos de una manera poco frecuente en una persona de su edad. Te emociona.
En 1952, cuando una expedición suiza pasó por Namche de camino al Everest, Kanchha Sherpa quedó impresionado con el material y el «glamour», dice él, de los montañeros. Tan fuerte fue la impresión que le causaron que, con 19 años, él y tres amigos suyos se marcharon de casa, andando hacia Darjeeling (India). Allí, una mujer de Thame los condujo hasta Tenzing Norgay, que resultó que conocía a su padre y que preparaba la expedición de John Hunt y Edmund Hillary, de 1953 al Everest. Ambas cosas fueron decisivas para que lo contratara.
Él, hasta entonces había trabajado de porteador transportando cargas de sal, maíz o arroz arriba y abajo del camino que lleva hasta el Tíbet a través del collado del Nangpa La (5.800 m). No tenía ninguna experiencia de escalar montañas, pero aprendió rápido y se ganó la admiración y el respeto de los miembros de la expedición. Así, a los pocos días ya transportaba bombonas de oxígeno y otras cargas desde el campo base hacia los campos de altura que se iban instalando y así llegó hasta el Collado Sur del Everest (8.000 m).
Hablando de hasta dónde había llegado, me decía «Yo no estaba especialmente interesado en llegar hasta arriba del todo, pero tampoco pudo hacerlo porque no todos estábamos autorizados por el gobierno del país, para llegar hasta la cima».
Durante 20 años continuó trabajando de porteador de altura para varias expediciones hasta que, en 1973, una avalancha mató a 11 sherpas, entre ellos su hermano Jangbu. Fue entonces cuando, ante la insistencia de su mujer, lo dejó. Aunque continuó unos años trabajando de guía para grupos de trekking, pocos años más tarde abrió el lodge Nirvana Home, en Namche, aprovechando el incremento del turismo de montaña en los años 1980.
Gracias a ello sus hijos, dos chicas y dos chicos, pudieron estudiar y se establecieron en Katmandú y Dinamarca. Hoy, es su hijo pequeño Tshering quien, después de haber vivido 12 años en EE.UU., gestiona junto con su mujer el lodge que Kanchha abrió, y que goza de muy buena reputación.
Actualmente Kanchha pasa medio año, el verano y el invierno, en Katmandú con su hija mayor Dawa y en primavera y otoño, que es cuando hace mejor tiempo, se instala en Namche en el lodge de la familia.
Kanchha con su mani lhakor y Namche al fondo Celebración del Losar Pulu (fiesta de las cosechas)
Es ahí donde nos encontramos hace pocos días a su sencilla habitación, sentado en un sillón. Cuando entré estaba haciendo girar un mani lhakor (uno de aquellos pequeños molinillos de oración con mantras grabados). Esto me inspiró la primera cuestión que le planteé sobre cómo el budismo había influido en su vida. Me dijo «ha sido y es mi estilo de vida porque estoy convencido de que en esta la vida en todo momento hemos de hacer el bien, respetar a personas y animales, y ayudar a la gente necesitada. Esto complace los dioses y es el camino adecuado para una próxima vida (después de la reencarnación) en plenitud «.
Hablamos de Tenzing y Hillary. Me explicó que estaban muy unidos y que se fiaban el uno del otro sin límites y que se habían dicho: «si vivimos, vivimos ambos y si morimos, morimos los dos». Y vivieron ambos. También me dijo que ambos habían llegado a la cima juntos, al mismo tiempo. Esto deja sin sentido la polémica que tantas veces se ha suscitado sobre quién había pisado primero la cima.
De Hillary explica que el pueblo Sherpa le está muy agradecido por cómo los ayudó durante el resto de su vida mediante la creación del Himalayan Trust (https://himalayantrust.org) para construir escuelas y hospitales.
Hillary y Tenzing en 1953 Kanchha en el monasterio de Namche
Quizás fue este ejemplo lo que, hace 3 años, le hizo decidir, con la ayuda y el compromiso de su familia, crear la Kanchha Sherpa Foundation (https://kanchhafoundation.org ) para ayudar a la educación los niños y niñas. Con algunas donaciones importantes y sobre todo con las pequeñas donaciones que reciben, pueden ayudar a las escuelas de Namche y Thame y una escuela de cerca de Katmandú, donde distribuyen mochilas por los alumnos, dan unos premios anuales a los mejores estudiantes y también distribuyen material escolar.
Terminamos nuestro encuentro hablando de sí, para la gente Sherpa de estos valles, el turismo ha sido positivo o negativo. Su respuesta fue: «El turismo ha sido bueno para los sherpas» pero enseguida agregó «pero es malo para los dioses». Y como si lo quisiera ilustrar dijo: «Cuando era pequeño, en invierno las montañas eran siempre blancas de nieve. Ahora, las cumbres son negras. ¡Esto no es bueno! «. Un resumen sabio de lo que es el cambio climático aquí en el Khumbu … y en todas partes.