KHOLE PHEP! – El adiós de los sherpas

 El último post del proyecto Sherpa Life

Lo peor de las despedidas no es tener que dejar todo lo que has conocido sino darte cuenta de todo lo que no has llegado a conocer     

Una des primeras cosas que aprendí al llegar al Khumbu fue que aquella palabra omnipresente, casi mágica, Namaste, que todo el mundo usa en Nepal para saludarse, no es una palabra Sherpa sino nepalí. Está tan extendido su uso que cuando los sherpas se dirigen a un extranjero nunca usan su equivalente Sherpa: Tashi Delek (o Trashi Dele). Fue esta expresión la que más puertas me abrió y más sonrisas me regaló cuando visitaba gente Sherpa durante mi estancia en aquellos valles. Ésta y dos expresiones más, khole phep (adiós) y thuuche thuuche (gracias) es todo mi bagaje para las relaciones sociales, en lengua Sherpa, que me he llevado a casa. Muchos pensaréis, limitado, ¿verdad? Pues sí, pero aprender la lengua Sherpa no formaba parte de mis objetivos cuando preparé el proyecto Sherpa Life. 

Esta introducción me sirve para iniciar este post, que es una breve reflexión para responder a las preguntas que muchas amigas y amigos, entre los que ya cuento los suscriptores y seguidores de mi blog, me habéis hecho durante el último año: ¿Ha valido la pena? ¿Cuál es el balance de tu experiencia?

Para ponerlo en contexto quiero recordar cuáles eran los tres objetivos del proyecto:

  • Observar, conocer, entender y difundir cómo es la vida de los habitantes Sherpa de los valles del Khumbu, en Nepal, en el siglo XXI
  • Analizar el impacto económico, social y cultural de trekkings, expediciones y actividades turísticas sobre los habitantes de estos valles en los últimos 75 años
  • Analizar el impacto que la llegada de las tecnologías de la información y comunicación ha tenido en la vida de los habitantes del Khumbu

UN BALANCE POSITIVO

Para alcanzar estos objetivos me propuse pasar un año entero en el Khumbu, para convivir con los sherpas de aquellos valles, más allá de las temporadas turísticas. Me pareció una manera práctica, quizás poco científica (o nada), de aproximarme a una realidad que intuía muy interesante, aunque desconocida para mí. Aquel año entero se convirtió, ya antes de empezar, en dos períodos de 5 meses por razones de la limitación del visado por parte del gobierno nepalí. Y, finalmente, como ya sabéis, sólo han sido 7 meses, por culpa de este virus que nos rodea y nos ha cambiado la vida.    

A la pregunta de si ha valido la pena, os tengo que decir que la respuesta es: mucho, ¡muchísimo! Tengo que reconocer que cuando me fui para allá, a pesar de estar muy motivado y convencido de lo que iba a hacer, también tenía mis dudas por cómo me adaptaría a una forma de vida tan diferente de la nuestra. Tanto por el reto físico (salud, alimentación, altura, moverme siempre a pie, edad) como emocional (lejos de casa, de la familia y los amigos; ¿me aburriré? ¿se me hará demasiado largo?). Pues estoy muy satisfecho de cómo superé estos dos retos. 

La salud era la mayor preocupación que tenía y afortunadamente me respetó mucho. En eso me dio mucha tranquilidad el proyecto de investigación que la Dra. Carmen Comellas, del CIMETIR de la Clínica Sant Josep (Althaia) de Manresa (https://www.clinicasantjosep.cat/serveis-medics/unitats-especialitzades/cimetir ), quiso realizar para estudiar el impacto que una larga estancia a mucha altura (entre los 3.500 y los 5.500 m) podía tener en la salud de una persona de más de 70 años. Esto me obligaba a realizar unos controles diarios de varios parámetros de salud, que periódicamente enviaba a la Dra. Comellas y de los que ella me devolvía sus comentarios. Este seguimiento me daba una tranquilidad que por mi mismo seguramente no habría tenido.

La ilusión para desarrollar el proyecto, la buena acogida y el apoyo de la gente de allí (en especial de mi amigo Pasang y toda su familia) me hicieron más fácil el reto emocional. La tecnología disponible en casi todo el Khumbu me permitió sentirme más cerca de casa. Y la visita de la familia a mediados de octubre fue para mí como hacer un reset (y para ellas y ellos también, estoy seguro).

LA VISITA DE LA FAMILIA

Ha sido una experiencia vital tan intensa, que en ningún momento tuve la sensación de aburrirme o perder la ilusión. De hecho, había tanto por descubrir y aprender, tanta gente que conocer, tanto para explicar, que los días pasaban ligeros y llenos de novedades y emociones.

En cuanto a los 3 objetivos que me propuse, los considero bien logrados. Los 27 posts que he publicado, así como las fotos de la web (www.sherpalifeproject.com ) y de Instagram (#sherpalifeproject) creo son la muestra más palpable del resultado. Me siento orgulloso tanto por lo que he podido hacer como, sobre todo, por haberlo podido compartir con tanta gente.

EL PROYECTO EN CIFRAS

En este post me ha parecido interesante (o al menos curioso) añadir unas cuantas cifras sobre el desarrollo del proyecto. Aquí las tenéis:

 Duración del proyecto: 6 meses y medio

Días pasados ​​en el Khumbu: 177

Distancia recorrida a pie: 1.215 Km

Tiempo caminando: 435 horas

Altura máxima: 5.643 m (cima del Kala Patthar)

Desnivel acumulado positivo: 56.023 m

Duración del proyecto: 6 meses y medio

Días pasados ​​en el Khumbu: 177

Distancia recorrida a pie: 1.215 Km

Tiempo caminando: 435 horas

Altura máxima: 5.643 m (cima del Kala Patthar)

Desnivel acumulado positivo: 56.023 m

KHOLE PHEP (ADIÓS)

Han pasado 12 meses desde aquel primer post que titulé Preparando el camino de Catalunya a Namche, y lo que era un proyecto ahora ya es una realidad. Lo que era la inquietud de empezar la aventura, ahora ya es la satisfacción por todo lo que he aprendido, toda la gente que he conocido, todos los lugares que he visitado y todos los apoyos que he tenido.

Ahora es el momento de abrir un paréntesis entre lo que he hecho y lo que me gustaría hacer de ahora en adelante. Alguna exposición, material audiovisual, charlas de divulgación y, si lo consigo, un libro. Si amigas y amigos que tanto me habéis insistido en que escribiera un libro, lo probaré. Material no me falta, ilusión tampoco. Veremos qué sale de todo ello.

Por lo tanto, como dice la canción: no es un adiós para siempre, es sólo adiós por un instante. Un instante que será un poco largo, pero que al final espero reencontraros para seguir compartiendo. Thuuche thuuche (gracias) por estar ahí y ¡hasta pronto!

DUMCHI, DANZAS Y FUEGO PARA CONECTAR CON LA FUERZA DE LA VIDA

La celebración con más espíritu comunitario de los sherpas 

Si me preguntarais qué es lo que más me duele haberme perdido por haber tenido que volver antes de tiempo, no dudaría ni un momento: el Dumchi, el festival más importante del año para la comunidad Sherpa del Khumbu. Este año, a pesar de todas las restricciones que tiene el país, la han podido celebrar y me dicen que hay gente que vive en otras zonas del país, Kathmandu incluido, que se las ha ingeniado para subir hasta el Khumbu y disfrutar de «su» festival.

ORIGEN Y ORGANIZACIÓN

El Dumchi es un festival que tiene su origen en la fundación de los monasterios de Pangboche, Thame y Rimijung, hace 375 años. Después de épocas en que casi se había perdido, en las últimas décadas ha recuperado importancia. Actualmente se celebra en ocho pueblos del Khumbu en la época del monzón, a finales de junio o principios de julio (este año 2020 fue del 1 al 4 de julio). Es cuando ha terminado el trabajo de plantar patatas y antes de trasladar los rebaños, durante los tres meses de verano, en los pastos de las zonas altas de los valles.

También coincide con la vuelta a casa de los sherpas que han estado trabajando en trekkings y expediciones durante la temporada de primavera. Son muchos los sherpas que viven en Katmandu y que aprovechan este festival para pasar unos días en el Khumbu para reencontrarse con familiares y amigos. Por todas estas razones es el festival más importante desde el punto de vista social, para los sherpas del Khumbu.  

 Imagen de Guru Rinpoche

El principal propósito del festival es celebrar el nacimiento de Guru Rinpoche, que, según la tradición, nació en una flor de loto a principios del siglo VIII, y que es considerado el fundador del budismo tibetano. En muchos lugares, este festival también se dedica a líderes espirituales más locales. En el Khumbu honran Lama Sangwa Dorje, que fundó el monasterio de Pangboche, y Lama Ralp Dorje que fundó el de Thame. El Dumchi también tiene el objetivo de prevenir desgracias y promover la paz y la prosperidad de los pueblos.

En cada pueblo donde se celebra, el Dumchi está patrocinado por ocho familias, conocidas con el nombre de lawa, que se van alternando cada año de forma rotatoria. A pesar de la responsabilidad y los gastos que conlleva este patrocinio, para las familias sherpa es el reconocimiento como familia independiente y miembro de la comunidad de su pueblo. Actualmente, debido a los elevados costes que esta organización conlleva para las familias lawa, hay un movimiento creciente para limitar los costes y para que otra gente del pueblo haga pequeñas aportaciones para ayudar a la organización.

En la preparación también participan los monjes del monasterio del pueblo, si los hay, y sino, monjes llegados de otros monasterios para la ocasión, que preparan los altares y los objetos rituales.

Entre las ocho familias lawa ofrecen almuerzo y cena a todos los asistentes durante los cuatro días del festival, así como té, chang (licor de arroz), tongba (licor de mijo), cerveza y bebidas refrescantes. También son los encargados de colocar los largos palos con banderas de oración en el lugar donde tienen lugar las ceremonias.

En Namche, este festival se desarrolla en dos espacios diferentes. La ceremonia del primer día tiene lugar bajo una gran roca donde está pintada la imagen de Guru Rinpoche, situada fuera del pueblo un poco más arriba de donde está el monasterio. El resto de las ceremonias y actividades sociales se desarrollan en el mismo monasterio, donde hay un bonito patio, tipo claustro, que, con el paso del tiempo, se ha convertido en una especie de local social del pueblo. 

Lugares de celebración del Dumchi, en Namche 

 En Thame, antiguamente se celebraba en el monasterio del pueblo hasta que en 1952 se convirtió en un monasterio de lamas célibes. Entonces la celebración del Dumchi se trasladó al barrio llamado Thame de Arriba, donde construyeron un gran chorten (stupa en nepalí) rodeado de un gran espacio que cada año cubrían con lonas para protegerse de la lluvia del monzón durante las celebraciones. En 1998, con la ayuda de la organización austriaca Eco Himal (www.ecohimal.org), construyeron un edificio destinado a esta celebración. Los dos terremotos de 2015 lo destruyeron todo.   

 

La comunidad Sherpa reconstruyó el chorten en muy poco tiempo y gracias a donaciones extranjeras de Japón, Gran Bretaña y Alemania, la comunidad de Thame construyó un Centro Comunitario que, además de la celebración del Dumchi, acoge actividades sociales y educativas durante todo al año.

EL PROGRAMA DEL FESTIVAL

La fecha del Dumchi es la misma en todos los pueblos y el programa es básicamente el mismo. En este post explico el programa que siguen en Thame.

Los preparativos del festival duran 11 días y comienzan el primer día del quinto mes del calendario tibetano (este año fue el 22 de junio). 

Durante esos días las familias lawa ultiman la organización del festival, preparan un altar para la ocasión y reparan los desperfectos que se hayan producido en el chorten desde el año anterior. El abad del monasterio bendice la mantequilla coloreada que los monjes lama utilizarán para elaborar las torma, que son unas figuras de formas diversas, muy trabajadas, hechas con una masa elaborada con arroz hervido.

El último día de los preparativos, una vez todo está a punto, repintan de blanco el chorten y hacen un «reconsagración» del lugar. Es ese día cuando, a media tarde, se reúnen vecinos y monjes lama para plantar los postes con las banderas de oración alrededor del pequeño santuario del pueblo. Finalmente reparten una bola de arroz hervido (drubzhag) a todos los asistentes.

El duodécimo día (este año, el 2 de julio) comienzan las celebraciones propiamente dichas que se alargarán durante 4 días. Las ceremonias suelen empezar a media tarde y terminan bien entrada la noche.

El primero de los 4 días tiene lugar la lhapsang, una ceremonia con ofrendas para complacer a los dioses, entre los que se incluye la diosa Khumba Yullha, protectora del Khumbu. Sigue un rito para ahuyentar los malos espíritus. Cuando ha oscurecido comienza la logpar, una ceremonia para «domesticar» la tierra y para la protección de sus habitantes. Son cinco danzas, algunas con máscaras, que ejecutan los monjes lama del monasterio. Después encienden una hoguera donde, mientras los monjes lama ejecutan algunas danzas, lanzan tormas y licores al fuego lo cual provoca unas llamas espectaculares de colores anaranjados. El día termina con las logcham, unas danzas para conectar con la fuerza de la vida.     

El segundo día comienza con las representaciones, por parte de los monjes lama, de dos obras del llamado Tesoro del Norte (revelaciones y fuente de conocimiento del budismo tibetano). Después de un descanso, las familias lawa llegan bailando y cantando, cargados con sacos de arroz para repartir entre los asistentes. Mientras todo esto ocurre, se sirven todo tipo de bebidas (té, cerveza, chang, tongba) a los asistentes. A media tarde se sirve una comida de arroz y patatas, y todo el mundo recibe cuatro saquitos de arroz.

Más tarde se eligen las ocho familias lawa del año siguiente y se les obsequia con una torma blanca que guardarán en su casa hasta el próximo Dumchi. El día termina con las familias lawa del año y las recién escogidas, cantando y bailando canciones tradicionales del Dumchi, mientras ofrecen chang a los monjes.  

El tercer día por la mañana, los monjes lama realizan una ceremonia de ofrenda de incienso y de meditación que termina con la bendición de los asistentes. A primera hora de la tarde, las familias lawa sirven té y sopa de fideos, acompañado de varios vegetales en conserva, a los monjes y otros invitados. Más tarde comienza a llegar la gente del pueblo y de los alrededores con sus mejores trajes y joyas, para asistir a la ceremonia de bendición para una larga vida (tsewang) y una vez terminada, con la plegaria de «victoria a los dioses», se da por finalizado el Dumchi.   

Pero la fiesta continúa. Se sirve arroz y patatas acompañado de todo tipo de bebidas a todos los asistentes y la gente, especialmente los jóvenes, empiezan a bailar hasta la madrugada, formando largas líneas, uno al lado del otro, con los brazos entrelazados por la espalda, cantando sus cadenciosas canciones, mientras evolucionan los complicados pasos de sus danzas tradicionales. Es noche de luna llena.

El último día, aunque el festival estrictamente hablando se terminó el día anterior, es el momento de adecentar el lugar de la celebración, y de recoger y devolver a su lugar todos los objetos sagrados que se han utilizado. Esto último lo hacen, subiendo en procesión hacia el monasterio. A medio camino, cuando están en la cresta que separa los dos barrios de Thame, tiene lugar una última ceremonia con ofrendas y quema de incienso. Los objetos sagrados se guardan en un pequeño santuario del monasterio y … ¡hasta el próximo año!

Como no se os habrá escapado, los elementos recurrentes de estas celebraciones (fuego, danzas, canciones, comer y beber) los podemos encontrar en muchas de nuestras fiestas populares. Esto me lleva a pensar que las diferencias culturales y religiosas entre dos mundos como son el de los sherpas y el nuestro, quizás tampoco lo son tanto. ¡Esta es la belleza de la vida!

BELLEZA E INMENSIDAD – LAS CUATRO ESTACIONES EN EL HIMALAYA

Todo el arte no es más que la imitación de la naturaleza (Séneca)

(Para ambientar la lectura de este post, os dejo el enlace de una versión reducida de las cuatro estaciones de Vivaldi https://www.youtube.com/watch?v=NnygRClLHU4) 

A menudo, cuando hablamos de la belleza o de las dimensiones de un lugar que hemos visitado, decimos que son indescriptibles. En realidad, queremos decir que nos han impresionado tanto que nos cuesta encontrar las palabras para describirlas. Cuando en julio del año pasado llegué al Khumbu, el hecho de que era la época del monzón y el paisaje quedaba parcialmente oculto por las nubes, me hizo dar cuenta como era de diferente comparado con las otras veces que había ido.

Algo parecido me pasó al llegar a Namche tras un par de días de caminar, casi en solitario, por el camino que sube desde el pequeño aeropuerto de Lukla. Me encontré de repente con un pueblo tranquilo, donde, durante las temporadas turísticas hay un pueblo bullicioso, lleno de gente subiendo y bajando.

Los sentimientos que estos dos hechos me provocaron me impulsaron a buscar las palabras para describir los cambios que las diferentes épocas del año producen en el paisaje, y en el ambiente y la vida de Namche. Y así fue como, ya desde el principio, empecé a escribir sobre las cuatro estaciones y, a pesar haberme perdido la primavera debido al regreso forzado antes de tiempo, he querido terminar lo que empecé. Este es el resultado.

Verano

29 de julio. Lukla. Las 8 y media de la mañana. Después de un vuelo de media hora entre nubes matutinas, cruzo el pueblo con las calles mojadas y completamente vacías. Tomo el camino que en un par de días me llevará hasta Namche. Voy solo. Camino sin prisas. Ideal para observar y pensar.        

Está nublado, no se ve ninguna montaña. Cada vez que levanto la vista del camino y veo lo que me rodea, los ojos se me llenan de un verde intenso. Un verde que me acompañará durante todo el verano donde quiera que vaya, hasta donde llega la vegetación. Hay cascadas de agua por todas partes. Los ríos bajan muy llenos de aguas rápidas y ruidosas. Todo ello, para mí, que sólo había estado allí en otoño, es sorprendente.     

Durante las mañanas no llueve. Por la tarde sí lo hace, y mucho. Ello me permite llegar a Namche sin abrir el paraguas, disfrutando incluso de ratos de sol. Por lo que fui viendo durante el resto del verano, las lluvias intensas de la segunda mitad del monzón se desplazaron un mes y medio, y terminaron bien entrado el otoño. Un efecto más del cambio climático.

Una vez instalado en Namche, los paseos por el pueblo me descubrieron un Namche diferente a lo que yo conocía. Muy pocos turistas, sólo una tienda abierta (por suerte estaba el mercado semanal), la mayoría de hoteles, lodges y cafeterías también cerradas. Calles tranquilas, con la gente del pueblo sentada, charlando y observando los pocos extranjeros que nos movíamos por las calles. La sensación de paz y tranquilidad, no por esperada, me sorprendió. Era como vivir en un pueblo que estuviera fuera del circuito turístico.     

En la parte más elevada de Namche hay un mirador excepcional, el View Point. Lo convertí en mi punto de observación de los cambios del paisaje durante todo el tiempo que viví allí. Un mirador con una vista espectacular, no sólo del Everest, sino de todas las montañas que rodean los valles del Khumbu. Dos o tres veces por semana subía para documentar los cambios de paisaje.

Muchos días durante los meses de verano, las cumbres estaban escondidas sobre las nubes y entonces era cuando, aunque no luciera el sol, destacaba el verde intenso de bosques y prados. Un verde que, en los días soleados, quedaba eclipsado por las espectaculares vistas de las montañas nevadas. 

Allí, el verano es la época de ir a recolectar setas. ¡Todo el mundo sale a buscarlas y, por cierto, son buenísimas! Sobre todo, recién cogidas. Las secan en grandes cantidades y así tienen por todo el invierno, que es cuando es más escasa la poca verdura que habitualmente hay.

Otoño

El desplazamiento de las lluvias afectó mucho el inicio del otoño y de la temporada turística por excelencia. Todos los pueblos y especialmente Namche sufrieron las consecuencias de las lluvias tardías. Los aviones y helicópteros no podían volar entre Katmandú y Lukla y por lo tanto los turistas no llegaban y las reservas se iban anulando o cambiando de fechas. Hasta final de la primera quincena de octubre la situación no se normalizó y entonces sí, Namche quedó invadido por cientos de turistas que llenaban las calles, tiendas y alojamientos. La tranquilidad se había terminado. Es el momento del negocio y el pueblo parece que se transforme.     

Terminadas las lluvias, el paisaje inició el paso del verde de los prados de hierba al marrón de la hierba seca, y del barro de los caminos al polvo, un polvo fino que se filtra por todas partes cuando caminas. Pero también es época de flores, muchas flores. A mí me pareció un otoño primaveral.

Los ríos disminuían mucho su caudal. Los saltos de agua adelgazaban día a día. A finales de noviembre se empezaron a helar. El invierno llamaba a la puerta. Los guías y escaladores lo esperaban porque es cuando la temporada de trekkings y expediciones se acaba y las escuelas de escalada comienzan las prácticas en hielo. No necesitan ir muy lejos de casa.      

El otoño, para la gente del país, es el tiempo de ganar dinero, Para los turistas es la mejor época del año ya que el tiempo se estabiliza y los días son soleados. Aunque las noches vayan siendo más frías, si hace sol, de día puede hacer calor. A mucha gente la ves caminando en manga corta, a primeros de diciembre.

Diciembre también es el tiempo de recoger hojas secas en el bosque para hacer abono, y de cortar leña. A medida que los caminos se vaciaban de turistas fui viendo cómo se llenaban de gente del país cargados de leña hasta arriba. Es momento de prepararse para el invierno que está a punto de llegar.

Invierno

Aunque todavía faltaba una semana para el invierno astronómico, yo ya tuve una pequeña muestra bajando de Namche hacia Kharikhola, de camino a casa para pasar la Navidad. Al día siguiente de haber dejado Namche, el cielo se oscureció, la niebla bajó y la nieve cayó con fuerza hasta cotas bajas. Namche quedó bajo una capa de 50 cm de nieve.   

La nieve también cubrió un tramo del camino hacia Kharikhola. Con mi amigo Pasang, comprobamos los efectos de la nieve, sobre todo cuando no pasa de un palmo de espesor, al mezclarse con el polvo de los caminos y los excrementos de los cientos de mulas que transitan por ellos. Se forma una especie de barro que resbala más que si fuera grasa. Mantener el equilibrio, incluso con la ayuda de los bastones, es todo un reto. El tercer día de bajada llegamos al lodge donde pasamos la noche, hechos un asco. Tuvimos que lavar guantes, pantalones, calcetines y botas. Gracias a la estufa del lodge, al día siguiente pudimos continuar limpios y secos.

Aunque no fue un invierno de mucha nieve y de mucho frío, a finales de enero a Namche hubo una nevada de más de 1 metro de espesor, que en Thame alcanzó más de 2 metros. Fue un invierno de pequeñas nevadas (10 o 15 cm), muy frecuentes, que, gracias a la fuerte insolación a esas alturas, se fundían rápidamente. Eso sí, allí donde no se fundía enseguida, por la noche se helaba y entonces permanecía muchos días.   

Este invierno, en Namche, la temperatura mínima «sólo» fue de -9,9 ºC. Lo más habitual es que la temperatura mínima baje hasta -20 ºC. Sin embargo, una vez allí, pude comprobar el efecto menos visible pero que más afecta a la vida diaria, las tuberías de agua heladas. Buena parte de las casas y lodges por encima de los 3.000 metros de altura, se quedan dos o tres meses sin agua, con las dificultades que ello supone. Todo el mundo tiene que ir a buscar agua con bidones a alguna de las fuentes del pueblo o al río, que en muy pocas ocasiones se congelan. Y cuando ésto ocurre el último recurso es fundir nieve.

Os preguntaréis qué hace la gente en invierno en estas condiciones. Pues, los que pueden bajan en Katmandú donde hacen vida social. Los más afortunados viajan a zonas bajas del país o al extranjero. También es tiempo de bodas. Actualmente la mayoría de las bodas sherpas se celebran en Katmandú. Ésta es la razón por la que durante todo el tiempo que estuve allí arriba no pude ver ninguna.     

Las escuelas están cerradas. Casi no hay turistas. Lodges y tiendas también están cerradas. La gente, cuando hace sol se sienta en los rincones soleados, charlan entre ellos y, como son muy curiosos, siempre están dispuestos a dar conversación a cualquier extranjero que pasee por la calle. Ya hacia el final del invierno llega la celebración de su Año Nuevo, la escuela abre, los turistas comienzan a llegar para la temporada de primavera y poco a poco las tiendas y los alojamientos empiezan a abrir. Es como un salir de una hibernación.

Primavera

Este año, a primeros de marzo el gobierno nepalí prohibió todos los vuelos internacionales de entrada a Nepal y el flujo de los turistas, que había comenzado a finales de febrero, se truncó en seco. La primavera turística se esfumó antes de empezar. Hay que tener en cuenta que la primavera es la temporada de las expediciones, el negocio más lucrativo de esta región. Este año no hubo ninguna. Y los pocos extranjeros que estábamos por allí, desaparecimos, como por arte de magia, en pocos días.     

Al margen del turismo, la primavera es la temporada más espléndida del Khumbu. Es el tiempo de las flores, pero también de plantar las patatas que son el principal cultivo de la zona y un alimento básico de su dieta, junto con el arroz y las lentejas.

Por lo que he podido saber, el estallido de la primavera es impresionante por la gran variedad de flores que crecen por todas partes y la floración de los árboles. En especial los rododendros (rhododendron arboreum) que, a diferencia de aquí, en Nepal son árboles muy altos. Su flor rosada es el símbolo de Nepal. En el Khumbu hay bosques de rododendros muy extensos, que viven hasta 4.000 m de altura.

Las fotos «primaverales» que añado a este texto son las que me ha enviado mi amigo Pasang. Confío que, a no mucho tardar, pueda volver allí y disfrutar de la primavera del Khumbu en vivo y en directo, y compartirlo con todos vosotros.      

La última vista del Everest, el primer día de primavera, ya camino de vuelta a casa 

 Ya veis, una experiencia, la mía, que debía tener cuatro estaciones, como las de Vivaldi, y que finalmente ha tenido tres, eso sí, vividas intensamente.

MANI RIMDU, EL FESTIVAL DE BAILES DE MÁSCARAS MÁS ALTO DEL MUNDO

 El Mani Rimdu es un festival religioso dedicado a Chyenrezig, el dios de la danza y la compasión, que lleva la paz y la armonía en el mundo, ya quien se invoca cuando se recita el conocido mantra Om Mani Padme Hum (Oh, la joya del loto!)

Al haberme marchado del Khumbu antes de tiempo debido al Covid-19, me he perdido los dos últimos y más importantes festivales sherpas, el Mani Rindu de Thame y el Dumchi, que se celebrará en diversos pueblos del Khumbu a primeros de julio. Los sherpas celebran muchos festivales que, además de la vertiente religiosa, son las ocasiones que tienen las familias y los amigos para la diversión, la vida social y el descanso. En este post y el próximo, con la colaboración de mi amigo Pasang, intentaré explicar el origen y significado de estos dos festivales.

 Mapa de Nepal y Tíbet con los monasterios de Thame y Rongbuck

 El Mani Rimdu de Thame

Por lo que me cuentan, este año ha sido una celebración insólita ya que, debido al confinamiento del país, sólo pudieron asistir a la gente de los pueblos de los alrededores de Thame. Esto ha hecho que haya sido un festival «íntimo» por los sherpas de aquella zona.

En el Khumbu, este festival se celebra en el monasterio de Tengboche el mes de noviembre, y en el de Thame a finales de mayo o principios de junio, según corresponda de acuerdo con el calendario tibetano. Dura dos semanas al final de las cuales hay tres días con asistencia de público, que este año fueron del 1 al 3 de junio.

La celebración del Mani Rimdu se introdujo en el Khumbu hace poco más de 90 años desde el monasterio de Rongphu del Tíbet, donde desgraciadamente, esta tradición se interrumpió en 1959 cuando este monasterio tibetano, como tantos otros, fue destruido durante la Revolución Cultural china.

En los años 1980 el gobierno chino autorizó la reconstrucción de los monasterios budistas en el Tíbet. En 2002, una vez reconstruido el de Rongphu¸ los monjes quisieron restablecer la costumbre de celebrar el Mani Rimdu pero ninguno conocía cómo se celebraba puesto que no habían visto nunca las danzas que son la esencia de la celebración. Con el apoyo del Mountain Institute de Nepal, los monjes de Rongphu pudieron ir al monasterio de Thame para aprender las danzas y en 2004 restablecieron la celebración,n que desde entonces ya se celebra cada año. Se podría decir que en Rongphu ha sido una celebración de ida y vuelta.

La preparación del Mani Rimdu dura 7 días que comienzan con la ceremonia para la protección de la gente y la tierra (este año fue el 25 de mayo). Durante los días siguientes elaboran las torma, que son unas figuras de formas diversas, muy trabajadas, hechas con una masa a base de arroz hervido, y unos mandalas hechos con arena teñida de muchos colores y que son unas verdaderas filigranas que sólo se pueden hacer con una paciencia infinita como la que ellos tienen.

También preparan y bendicen las rilbu que son unas píldoras rojizas, a las que se atribuye efectos de alargar la vida, y que se distribuyen durante los últimos días de la celebración. Asimismo ensayan los bailes de máscaras y las representaciones que tendrán lugar los tres últimos días, ya con público.

El primer día de los actos públicos tiene lugar la ceremonia de la bendición llamada Tsewang durante la que distribuyen las rilbu entre los asistentes. El segundo día los lamas representan el Chhaam, unos espectaculares bailes de máscaras. La celebración termina el tercer día con el zigshag que es un ritual con fuego, de ofrenda a los dioses.

A la mañana siguiente los lamas hacen una última ofrenda a los espíritus del agua y tiran al río la arena de los mandalas.

Rilbu, las píldoras de la salud y la larga vida

Estas píldoras se elaboran con harina de arroz mezclada con varios ingredientes que incluyen plantas y otras sustancias medicinales, polvo de 5 metales preciosos (oro, plata, cobre, latón y hierro) y diversas sustancias bendecidas. Luego las ponen en unas bolsas que los monjes más jóvenes voltean para secarlas, mientras dan vueltas al monasterio. Una vez secas, las pintan de rojo con el producto obtenido de una sustancia medicinal llamada tshal. Terminada la elaboración, las bendicen y ya están listas para ser distribuidas a los asistentes.

Los mandalas de arena coloreada

Los mandalas, en la tradición budista, son una representación del universo o de un espacio limitado por un círculo donde las divinidades están invitadas mediante diversos rituales o mantras.

Aunque su forma y estructura puede variar según las divinidades que incluye, los elementos básicos son siempre los mismos, el palacio de las divinidades, sus puertas y los círculos protectores. El palacio, generalmente un cuadrado, se sitúa en el centro sobre una cruz de vajras (arma mística), que descansa sobre una flor de loto, símbolo de la pureza del universo. El palacio suele tener cuatro entradas adornadas con pórticos de diseños muy elaborados, coronados por una dharmachakra (Rueda del Dharma) y una pareja de ciervos. El cuadrado generalmente está rodeado por dos círculos protectores, uno de vajras, que simbolizan la indestructible naturaleza de la realidad, y un círculo de fuego.    

  Los mandalas para rituales especiales se elaboran con polvo, granos o flores de diferentes colores. Para el Mani Rimdu de Thame el mandala se prepara sobre un tablero de madera, utilizando arena muy fina coloreada con tintes vegetales. Los dibujos se van creando, desde el centro hacia los bordes, depositando pequeñas cantidades de arena de colores mediante los chakpu, unos embudos muy estrechos.

Vestidos, máscaras y sombreros

Los vestidos, de una gran variedad de colores, son muy pesados, de estilo chino, y están hechos con tejidos de seda. Las máscaras se consideran objetos sagrados y cuando se han utilizado durante mucho tiempo se cree que están dotadas del poder de las divinidades que representan y que tienen vida propia. Las hacen con un molde de arcilla, que cuando está seco lo recubren con capas de ropa encoladas. Después rompen el molde, las pintan y las adornan con pelo, cintas y pañuelos. Algunas las coronan con una diadema con varias calaveras. Para simular el pelo utilizan pelo de cola de yak.     

Tienen una gran diversidad de sombreros. Durante las ceremonias los lamas utilizan el tsezha, un sombrero amarillo de fieltro con forma de cresta de gallo. El abad del monasterio utiliza el llamado pering, de fieltro rojo y con una forma peculiar acabada en punta. En la foto de la presidencia de la ceremonia de las danzas de este año en el monasterio de Thame, se pueden ver cuatro lamas con el tsezha y a la izquierda el lama reencarnado (que es un niño de 10 años) con el pering.

Presidencia del Mani Rimdu de Thame 2020 (a la izquierda el niño de 10 años, lama reencarnado) 

  Para algunas de las danzas, los monjes utilizan unos sombreros llamados shanag, conocidos también como los sombreros negros, que simbolizan la existencia del mundo.

Como se puede ver en las fotografías, trajes, máscaras y sombreros son verdaderas obras de artesanía.

 Chhaam, las danzas sagradas

El segundo día de la parte pública es el día más esperado por los habitantes de la zona. Es el día que los lamas bailan las Chhaam y para hacerlo se transforman, utilizando espectaculares trajes, máscaras y sombreros, especiales para la ocasión.

Las danzas tienen lugar en el patio del monasterio donde colocan un altar muy elaborado y el mandala preparado durante los primeros días.

El programa dura todo el día y consta de 15 representaciones entre danzas y actos, donde se mezclan bailes acompañados con instrumentos sencillos (platillos o tambores) que tocan los mismos monjes bailarines, con otras danzas donde los personajes evolucionan al ritmo de la música de largas trompas y platillos. Hay dos interludios cómicos, el del Mi Tsering (el hombre viejo) o el del Thogden. Este último hace una actuación que puede durar hasta 1 hora y es la más esperada por la gente. Durante su actuación, entre chiste y chiste, aprovecha para introducir mensajes religiosos.     

 El Thogden en plena actuación

 El programa termina al anochecer con la Ensemble dance (danza del regreso), en la que participan todos los bailarines que han actuado durante el día y al terminar regresan en procesión hacia el interior del monasterio.

  Al finalizar, los asistentes se marchan a casa para cenar y más tarde vuelven para cantar y bailar danzas populares sherpas y beber chhang hasta bien entrada la noche. Un final laico para el festival religioso más importante del Khumbu.

Yo ya había tenido ocasión de ver el Mani Rimdu en otras ocasiones, pero entonces no conocía ni la cultura Sherpa ni el significado de las danzas y rituales de este festival como los conozco ahora. Por eso estoy convencido de que el día que pueda volver al Khumbu y asistir a este festival, ya no lo veré sólo como un espectáculo, que lo es, sino que mis ojos de occidental tendrán un filtro que me permitirá ver más allá y entender mejor el sentido. Conociendo la forma sencilla de ser de los sherpas y cómo viven su cultura, me viene a la mente aquel dicho: saborea cada momento y saborearás la vida. ¡Y eso es lo que hacen!   

Las fotos del Mani Rimdu de Thame 2.020 me las ha proporcionado Pasang Gelje Sherpa, de Namche

EL RETROCESO DE LOS GLACIARES, LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN EL KHUMBU

 Cuando respetamos nuestro medio ambiente, nos respetamos nosotros mismos (Gyalwang Drukpa)

Antes de explicar la influencia que el cambio climático tiene sobre los glaciares y el clima del Khumbu, primero quisiera destacar el alto grado de concienciación que los habitantes de estos valles tienen sobre el impacto de su sistema de vida, el incremento de la construcción durante los últimos 60 años y las actividades turísticas, sobre el entorno natural del Khumbu. Si a esto le añadimos los efectos del cambio climático sobre la temperatura y el nivel de precipitaciones (agua y nieve) en toda esta zona, tenemos un cóctel explosivo que está produciendo cambios muy importantes en la superficie de los bosques, de los glaciares y de los lagos glaciares.

Durante mis recorridos por los glaciares de las zonas altas de los valles del Khumbu pude constatar todo lo que había ido leyendo en varios documentos divulgativos y de investigación sobre la incidencia del cambio climático en los glaciares del Himalaya y en especial en el Khumbu.

En esa zona hay una gran concentración de glaciares que se encuentran en fuerte regresión. De las cuatro más importantes pude visitar tres: el Ngozumpa, el Khumbu y el Nangpa. Mi salida inesperada de Nepal por el Covid-19 me dejó a media jornada de llegar al último que me quedaba por ver, el Imja y su lago glaciar el Imja Tse.

 Mapa de les glaceres de la zona del Khumbu

 El glaciar Ngozumpa

Es el glaciar más largo de los cuatro. Con mi amigo Pasang intentamos llegar hasta él en agosto del 2019, pero el mal tiempo y una pequeña nevada cuando ya estábamos en Gokyo nos lo impidieron. Volvimos a finales de noviembre, cuando la temporada de otoño ya se acababa, y por la tarde del día 26, una vez instalados en el Lodge Namaste de Gokyo, subimos hasta la parte superior de la morrena lateral del glaciar y… qué espectáculo, qué emoción! Ante nosotros teníamos un río de hielo de 32 km de longitud, que baja desde el Cho Oyu (8.188 m), en la frontera con el Tíbet, hasta un poco más abajo de Gokyo. La inmensidad del glaciar y la luz del atardecer lo hicieron único.     

A la mañana siguiente, al amanecer, desde la cima del Gokyo Ri (5.360 m), pudimos volver a disfrutar de unas vistas inolvidables del glaciar y el lago glaciar de Gokyo, con un telón de fondo de 5 cumbres de más de 8.000 m, Everest incluido.

Como se puede ver en las fotos, los glaciares están cubiertas en gran parte por tierra y rocas que les dan un aspecto de hielo sucio, sólo salpicado por pequeños lagos de color verde o gris. La pérdida de masa de hielo se hace evidente en las fotos donde se aprecia la altura de las morrenas laterales de los glaciares.

El glaciar Khumbu

Es el segundo más largo de esta zona y el más alto del mundo. Se extiende desde los pies del Everest hasta poco más abajo del núcleo de Lobuche (4.900 m).  

 A primeros de septiembre de 2019 hicimos un recorrido por todos los pueblos que hay entre Namche y Gorak Shep, último núcleo habitado antes del Campo Base del Everest (CBE). El monzón todavía era muy activo pero, por suerte, se abrió una pequeña ventana de buen tiempo que nos permitió ver el glaciar durante todo nuestro recorrido desde Lobuche hasta el CBE, así como todas las cumbres que lo rodean: la pirámide del Pumori (7.165 m), la cresta y cima del Nuptse (7.864 m), el Lhotse (8.516 m) y el Everest (8.848 m).

 Glaciar de Khumbu desde el Kala Patthar con el Everest, el Lhotse y el Nuptse al fondo

 Este glaciar, actualmente sólo tiene 10 km de longitud y se reduce a un ritmo de unos 30 m. cada año. En la zona del CBE, el hielo se desplaza a una velocidad de 70 m/año mientras que en la parte baja lo hace sólo a 10. Otro dato que nos ayuda a entender el ritmo de la fusión de este glaciar es que la zona donde actualmente está el CBE está más de 50 metros más bajo que cuando Tenzing Norgay y Edmund Hillary ascendieron al Everest por primera vez, en 1953.   

Los cambios en el glaciar del Khumbu
a. La lengua inferior del glaciar de Khumbu cubierta de restos, muestra la superficie glaciar contemporánea en relación con la de la Pequeña Edad de Hielo (1500-1850). b. Cambio de elevación de la superficie en el glaciar de Khumbu desde 1.984 hasta 2.015. Las ubicaciones ampliadas son: c. Lobuche y d. Campo Base del Everest.      
Velocidades de los glaciares (2016-2017) calculadas a partir de las imágenes de los satélites PlanetScope.

El glaciar Nangpa Esta fue la primera zona que visité en agosto de 2019, después de llegar a Namche. Subimos por el camino que llega hasta Thame y de allí seguimos por el valle que sube hasta el collado del Nangpa La. Este camino, que sigue el curso del río Bhote Koshi desde Thame hacia el norte, es por donde pasaba la ruta de las caravanas de mercaderes y yaks entre el Khumbu y el Tíbet a través del paso del Nangpa La a 5.716 m., hasta que China cerró completamente este paso.

Nosotros seguimos este camino hasta Chhule (4.600 m), el último asentamiento del valle, actualmente deshabitado, donde confluyen varios glaciares, el más importante de los cuales es el Nangpa. Desde aquí la ruta hacia el Tíbet seguía por encima de este glaciar hasta arriba del collado del Nangpa La. También es la ruta que utilizaron los primeros sherpas para llegar al Khumbu hace poco más de 500 años.

Desde sobre el núcleo de Chhule pudimos observar los glaciares que descienden de los valles y la huella que han dejado durante siglos, ahora más visible con el retroceso del hielo debido al cambio climático. En este punto confluyen las morrenas frontales de varios glaciares que conforman un paisaje caótico y fantasmagórico. A pesar de ser la tercera en longitud de esta zona, el lugar donde está situada es el más abierto de los cuatro glaciares y es de una grandiosidad impresionante.

El glaciar Imja y el caso del rápido crecimiento del lago Imja Tso

Este glaciar es el más pequeño de los cuatro glaciares referenciados en este post y está situado a los pies de la cima del Imja Tse (Island Peak, 6.189 m).

El interés de este glaciar no es tanto por sus características sino porque es el origen del lago glaciar Imja Tso, situado a 5.000 m., Al final del glaciar. Se formó en los años 1950 con el inicio de la fusión de este glaciar, que retrocede unos 75 m cada año mientras que el lago crece unas 2,5 Ha cada año. Como esto representaba un elevado peligro de que el lago reventara y provocara graves inundaciones en todo el distrito del Solukhumbu, en 2016 se tuvo que construir un desagüe para drenarlo.   

A medida que la masa de agua crece, la influencia de su temperatura aumenta la velocidad de fusión del glaciar. Este fenómeno observado en el Imja Tso hace prever que dentro de pocos años también se formará un lago glacial al final del glaciar del Khumbu.

Conclusión

Según un estudio publicado en 2009 por el Dr. Lhakpa Norbu Sherpa y patrocinado por el ICIMOD (International Centre for Integrated Mountain Development), sólo entre 1992 y 2006, los glaciares disminuyeron en 9 Ha. y la superficie cubierta por la nieve se redujo en 11.344 Ha. Este fenómeno provocó el incremento simultáneo de la superficie de lagos glaciares (la mayoría tienen menos de 50 años) y la aparición de muchos lagos nuevos, que en su conjunto aumentaron en 236 Ha. Esto ya nos da una idea de la magnitud del cambio que se está produciendo.

Como los glaciares ayudan a regular el clima y mantener las temperaturas más bajas, a medida que los glaciares desaparecen se crea un bucle que hace aumentar las temperaturas a un ritmo exponencial.

A corto plazo, como la fusión glaciar aumenta no se prevén problemas de abastecimiento de agua, pero a largo plazo, a medida que se agoten los glaciares, la región puede enfrentarse a una crisis de escasez de agua de difícil solución. Este es sólo un ejemplo de los innumerables efectos que el cambio climático podría generar aquí y que también está pasando a escala global.

Como los largos recorridos por aquellos valles te dejan mucho tiempo para pensar, todo lo que explico en este post me hacía pensar a menudo, y me sigue haciendo pensar, en aquella frase anónima «No somos lo que hacemos ni lo que pensamos, tan sólo la huella que dejamos «.

LOS RITUALES DE LA VIDA

«No os refugiéis en el pasado, no soñéis con el futuro, concentrad la mente en el momento presente» (Pensamiento de Buda, que en mi opinión hoy podemos aplicar a los tiempos que estamos viviendo)

Los rituales religiosos y culturales sherpas se mantienen casi inalterados para los hechos importantes de la vida: nacimiento, matrimonio y muerte. La «cultura interior» de los sherpas, que es la que rige los momentos importantes de la vida, se mantiene relativamente inalterada a pesar de los cambios evidentes en muchos aspectos de la «cultura externa» como la vivienda, el vestir o las oportunidades educativas y económicas.

A pesar de los meses que he vivido en esta zona, no he tenido ocasión de presenciar ninguno de los tres rituales de la vida, excepto una breve observación de una oración funeraria, pero sí he podido hablar de ello con la gente. Esto y la investigación de estudios antropológicos y otras publicaciones, me permite explicaros cómo viven los sherpas los tres principales pasos de la vida.

La Rueda de la Vida
Es un mandala, una imagen compleja que representa la visión budista del universo. La rueda se divide en cinco o seis reinos o estados en los que un alma puede renacer.

EL NACIMIENTO

La tradición establece que los hijos se tengan una vez se han completado las tres etapas del matrimonio, pero lo que es más frecuente es que los hijos nazcan antes del Demchang (última etapa del proceso matrimonial). Esto, entre los sherpas se considera como algo «contaminado» pero lo resuelven con la ofrenda de agua sagrada por parte de la familia del padre a la familia de la madre, como un gesto de purificación. ¡Práctico y sencillo!

Las familias dan mucha importancia a tener, por lo menos, un niño para asegurar la continuidad del clan, que en la sociedad Sherpa sigue el linaje del padre. Sin embargo, el nacimiento de una niña es igualmente bienvenido ya que en su sociedad la mujer se considera, al menos en teoría, igual al hombre. Después, en la práctica, a ojos de un occidental, ya no es así en muchos aspectos.

Niño Sherpa

La elección del nombre de recién nacido es el hecho más importante del inicio de la vida, aparte del nacimiento en sí mismo. La identidad de los sherpas consta de tres nombres. Para el primer nombre generalmente se utiliza el del día de la semana en que ha nacido, lo cual, sumado a que el primer nombre no distingue el género, provoca que muchísimas mujeres y hombres se llamen igual. Esto produce también un efecto de incertidumbre cuando tienes que conocer a alguien del que sólo sabes el nombre, puesto que hasta que te encuentras personalmente o ves una foto, no sabes si encontrarás una mujer o un hombre. Es también frecuente escoger otros nombres tras consultar algún lama.

El segundo nombre lo elige la familia por sorteo de entre un amplio abanico de nombres que sí que distinguen entre mujeres y hombres. Son nombres con significados como el afortunado o larga vida, para los hombres o sana y alegre o sabia, para las mujeres.

El tercer nombre es para todos igual: Sherpa. Es la señal de pertenencia al grupo étnico Sherpa.

EL LARGO CAMINO DEL MATRIMONIO

Las tradiciones de la boda Sherpa aún se siguen de manera muy estricta en el Khumbu y con pequeñas modificaciones entre los sherpas que viven en Katmandú o incluso en el extranjero. Actualmente la celebración de la fiesta final de las bodas de los sherpas que viven en el Khumbu, se acostumbra a celebrar en Katmandú durante el invierno, ya que es una época en la que no hay mucho qué hacer en el Khumbu y muchas familias pasan el invierno en la capital.

Hasta hace pocos años, los matrimonios se acordaban entre familias, pero actualmente esto ha ido cambiando y la mayoría ya son matrimonios por amor. Según las creencias budistas, casar una hija contra su voluntad es pecado (Digba) y también peca el marido que se casa contra la voluntad de la esposa.

Foto antigua de una boda Sherpa

El matrimonio es un largo proceso que conlleva tres etapas y puede durar hasta tres años o más. El proceso se inicia con el Trichang, que es la petición en matrimonio que la familia del novio propone a la familia de la novia, es decir es el ritual del compromiso. Pasado un tiempo llega la segunda etapa, el Longchang, que es la ceremonia de confirmación por parte de los novios y las familias, de que todo sigue adelante. Antes de la tercera etapa hay un pequeño paso, pero importante, en el que se decide el año y la fecha exacta de la ceremonia final de la boda.

Una boda Sherpa actual

Finalmente, llegado el día acordado, comienza el Demchang que es la ceremonia consistente en una gran celebración, que puede durar días, durante la cual se realiza el intercambio de los anillos. Como en la cultura Sherpa no existe la tradición de la dote, la novia recibe la parte de la herencia familiar que le corresponde en el momento de la boda y es cuando formalmente va a vivir con el marido. No hay tradición de viaje de bodas. Ellos mismos dicen, medio en broma medio en serio, que es porque después de la gran celebración no les quedan fuerzas ni dinero para la luna de miel.

Como consecuencia de la gran duración de todo el proceso y del elevado coste de la boda, cada vez es más frecuente que los novios vivan juntos y tengan hijos a partir de la segunda etapa, y de rebote muchas parejas ya no celebren el Demchang.

En cuanto al divorcio, entre los sherpas es bastante frecuente y se estima que se produce en un 30% de los matrimonios.

EL PASO HACIA LA PRÓXIMA VIDA

Los rituales funerarios de los sherpas se siguen estrictamente tanto por los que viven en el Khumbu como en Katmandú. Cuando una persona muere, uno o varios lamas son llamados inmediatamente para realizar los rituales para generar energía positiva para el difunto.

Como el calor puede abandonar el cuerpo por los pies, manos, ojos, nariz, orejas, boca o la cabeza, se considera que el espíritu del difunto sigue la misma dirección que el calor. Si sale por otros lugares se considera que la próxima vida será mala. Si sale por la nariz o los ojos podrá reencarnarse en un animal o persona. Si sale por la cabeza puede que vaya a su cielo, llamado Dewachen.

Aunque hay diferentes costumbres, normalmente el cuerpo se mantiene en casa durante tres días durante los cuales los lamas y la familia realizan rituales para ayudar y guiar el alma en el tránsito hacia la otra vida. Pasados ​​estos días, se lleva el cuerpo del difunto al lugar de la cremación, acompañado por una procesión con lamas, música religiosa, banderas, sombrillas, estandartes e incienso.

Después de la cremación, una vez por semana durante siete semanas, un lama realiza un ritual (Dun-tsig) en la casa del difunto. Dentro de las tres o cuatro semanas después de la muerte, la familia también realiza unas ofrendas llamadas Sheto, que es la ceremonia que la familia realiza para el bienestar del alma del difunto. Estas ofrendas pueden durar entre tres y quince días, dependiendo de la situación económica de la familia. Cada noche, la familia realiza una ofrenda para el espíritu del difunto, poniendo tsampa en unas brasas y ofrece comida y bebida a los familiares y amigos que los acompañan.

Los restos de la cremación se mezclan con arcilla y se convierten en unas figuritas o medallones de Buda llamadas tsawar que se depositan en un memorial (chulung) o en alguna cueva bajo una gran roca. Esto sucede al cabo de 49 días de la muerte, que es el espacio de tiempo que consideran que hay entre dos vidas. Al final de este periodo queda determinada la próxima vida de la persona y ya puede renacer.

Y aquí se reinicia la rueda de la vida para los sherpas, que Tengboche Rinpoche, lama reencarnado y abad del monasterio de Tengboche, lo ve así: «Cuando tú te mueres, ¿que te llevas? Tu dinero, tu casa, incluso tu mujer y la familia no se van contigo en el tránsito de esta vida hacia la próxima. Sólo tus logros mentales y espirituales es lo que tu mente se lleva hacia tu próximo cuerpo «

MONASTERIOS, EL EPICENTRO DE LA VIDA SHERPA

«Hoy he tenido suerte, me he despertado y estoy vivo, tengo esta valiosa vida y no la desperdiciaré» (pensamiento filosófico budista) 

Estos meses que he estado viviendo en el Khumbu, me han permitido, entre otras muchas cosas, descubrir los monasterios budistas desde una perspectiva muy diferente a como los había visto cuando había visitado alguno durante un trekking. Y también he entendido que el budismo, más que una religión en el sentido que el mundo cristiano da a la religión, para la gente Sherpa es una filosofía y un estilo de vida.

He descubierto que los monasterios (Gompa o Gonde en lengua Sherpa), junto a las escuelas y los hospitales y centros de salud, son una de las tres infraestructuras básicas de la sociedad Sherpa actual. A los ojos de los occidentales, puede parecer extraño poner al mismo nivel los monasterios que las otras dos infraestructuras, pero lo cierto es que, en pleno Siglo XXI, es así y me atrevería a decir que también lo es en todo Nepal.  

Hasta hace 60 años, la inexistencia de escuelas y equipamientos de salud hacía de los monasterios el centro de la vida de los sherpas. Los lamas eran casi las únicas personas con formación y eso les daba una influencia muy grande sobre toda la población. Además de la actividad religiosa, establecían normas de convivencia en los pueblos, y fueron instaurando una serie de fiestas y celebraciones de base religiosa que tenían también un componente social muy importante ya que, sin los sistemas de comunicación actuales, eran las únicas ocasiones que tenían los habitantes de los valles de encontrarse con familiares y amigos. Por ello, todas las celebraciones duran varios días.

LA CONSTRUCCIÓN DE LOS MONASTERIOS

En el área donde he desarrollado mi proyecto, es decir desde Kharikhola hacia los valles que llegan hasta los pies de las montañas, hay 24 monasterios de los cuales he visitado 22. Los más antiguos se construyeron por iniciativa de los líderes religiosos de la época. Los tres primeros fueron fundados entre 1667 y 1672 por tres hermanos lama que formaban parte de la tercera generación de sherpas establecidos en el Khumbu: Sangwa Dorje construyó el de Pangboche, Ralpa Dorje el de Thame y Khenpo Dorje el de Rimijung.   

Más adelante los monasterios se construirían con las aportaciones económicas y el trabajo de los sherpas de cada lugar. En los últimos 50 años se han construido algunos nuevos, como el monasterio de Anis (monjas budistas) de Thame en 2002, el de Kharikhola en 2008 o el Tekhongma de Rimijung en 2019, con aportaciones económicas muy importantes de personas e instituciones extranjeras, que también fueron decisivas en la reconstrucción de los muchos monasterios que quedaron destruidos por los dos terremotos de 2015. El mantenimiento se financia sobre todo con las aportaciones de la comunidad de cada monasterio.   

 Aunque la mayoría son de la comunidad budista, hay algunos que son privados, ya que los construyó y los conserva una familia y forman parte de la propiedad familiar. Una de las muchas cosas que me han sorprendido durante este tiempo es que cualquiera puede construir un monasterio budista y no necesita ningún tipo de autorización.

LA VIDA DE LOS LAMAS

Durante 300 años los lamas se casaban y la administración de los monasterios pasaba de una generación a otra siguiendo la saga familiar. No fue hasta la segunda mitad del siglo XX que algunos monasterios comenzaron a evolucionar hacia monasterios de célibes. Hoy en día, en la mayoría de los monasterios, aún conviven lamas casados ​​y solteros.

Un hecho común a todos los monasterios son los altibajos del número de lamas que viven en ellos y su actividad, que marca las épocas de esplendor y declive. Otro aspecto a destacar es la drástica disminución de nuevos lamas que se ha producido en los últimos veinte años, sobre todo como consecuencia de la planificación familiar generalizada en el país, que ha hecho disminuir el número de hijos de las familias. Como la tradición era que el tercer hijo se hacía lama y ahora la mayoría de las familias sólo tienen dos hijos, hay pocas incorporaciones nuevas. Una de las consecuencias de ello es que en la mayoría de los monasterios vive sólo un lama que se cuida del mantenimiento, o no vive nadie.    

De los 22 monasterios que he visitado, sólo en cuatro hay una comunidad permanente de lamas (Lukla, Rimijung, Tengboche y Thame) y en dos (Debuche y Thamo) hay una comunidad de Anis. La vida de los lamas de los monasterios consiste esencialmente en el estudio, la oración y la meditación; en la organización de celebraciones y festivales comunitarios; y en la dirección de ceremonias privadas (bodas, funerales y otras ceremonias familiares).  

En los lugares donde no hay lamas o no son suficientes, son los lamas de los monasterios más cercanos, los que se hacen cargo de ello. La falta de lamas también se suple con lo que ellos llaman village lama, que son personas que sin ser lamas tienen una formación adecuada para dirigir ceremonias privadas.

TULKU, LOS LAMAS REENCARNADOS

Un aspecto que me llamó la atención desde el primer día y que para mí es de difícil comprensión, es la existencia de lamas reencarnados en varios monasterios y el procedimiento por el que son reconocidos como tales.

Los lamas reencarnados, llamados Tulku en tibetano, provienen de las reencarnaciones sucesivas de los 25 principales discípulos de Guru Rinpoche que fue un maestro budista del siglo VIII, también conocido como el segundo Buda. La tradición establece que cuando un lama reencarnado está a punto de morir, sus discípulos le piden que se reencarne y él decide si quiere hacerlo o no. Si decide que sí, una vez muerto sus discípulos esperan señales de algún niño nacido en la zona después de su muerte. Puede pasar tiempo, normalmente años, hasta que no se identifica algún niño que, después de pasar una serie de pruebas realizadas de acuerdo con unos protocolos muy estrictos, acaba siendo reconocido como lama reencarnado. Entonces es trasladado al monasterio de su predecesor y comienza un período de formación que dura muchos años y que incluye formación de nivel universitario, a menudo en países extranjeros.     

Durante mis visitas a los monasterios he tenido ocasión de conocer dos tulku. Uno es el abad del monasterio de Tengboche, Ngawang Tenzin Zangbu, de 85 años, con quien conversé sobre mi proyecto y su visión del futuro de los sherpas. Es un hombre con una gran influencia en la zona, no sólo religiosa sino también política. El otro fue un chico de 9 años, en el monasterio de Thame, que fue reconocido como reencarnado del anterior tulku del monasterio y ahora está en los inicios de su proceso de formación. Un niño aparentemente igual que cualquier otro que, durante una ceremonia del monasterio a la que asistí, estaba sentado en un lugar preeminente más elevado que todos los demás lamas, a ratos leía los libros sagrados y a ratos miraba al techo con cara de aburrido. Como cualquier otro niño hubiera hecho.

LOS LIBROS RELIGIOSOS BUDISTAS

En la época que vivió Buda no había libros y no fue hasta 4 siglos más tarde que sus discípulos recogieron sus pensamientos y su doctrina en varias colecciones de libros escritos en Sánscrito y Pali, que más tarde fueron traducidos al tibetano.

Las dos colecciones más importantes son los Ka-gyur y los Ten-gyur.

Los Ka-gyur (108 volúmenes) incluyen las enseñanzas y palabras de Buda recogidas por sus discípulos. Ka significa palabra de Buda y gyur significa traducido.

Los Ten-gyur (226 volúmenes) son comentarios sobre los Ka-gyur escritos por los seguidores de Buda. Se cree que el distrito de Solukhumbu hay unos 8 Ten-gyur.

Todos los monasterios tienen una colección, más o menos completa, de estos libros religiosos que guardan en unas estanterías de la sala principal donde tienen lugar las ceremonias.

Además de estas colecciones que se encuentran en los monasterios, también hay otras colecciones de libros de uso doméstico. Son los Boom y los Domang

Los Boom son 16 libros con 100.000 versos, que son como el diario de los pensamientos de Buda. Muchas familias tienen el Boom y llaman a lamas 3 o 4 veces al año para leerlos.

El Domang es un solo libro con un extracto de lo más importante del Ka-gyur, que tienen la mayoría de las familias y que leen una vez al mes.

LA RUTA DE LOS MONASTERIOS (enlace)

Hay tres aspectos de los monasterios que hacen interesante su visita: su arquitectura y decoración muy vistosas, su historia y los lugares donde están situados. Por eso he pensado que podía ser útil abrir un nuevo apartado de la web que sea como una pequeña guía, con un mapa y la relación de todos monasterios de la zona con los datos básicos de cada uno.

 

 

  

UN ADIOS INESPERADO A NEPAL

El proyecto Sherpa Life continúa desde el confinamiento

Hace tan sólo dos semanas os enviaba el último post que escribí, aún desde Namche, donde explicaba como la crisis del COVID-19 afectaba la región del Everest. Poco podía imaginar entonces que una semana más tarde estaría bajando hacia Kathmandu, de una manera casi precipitada, para intentar volver a casa lo antes posible y dando por terminada mi estancia en el Khumbu, tres meses antes de lo previsto. Así lo comuniqué a todos los suscriptores de mi blog, en un breve mensaje enviado el día 20 de marzo.

El proyecto lo acabaremos entre mi amigo y guía Pasang y yo. Él desde Namche y yo desde mi casa. Aún me queda mucho material por trabajar y compartir con todos vosotros y, con la ayuda de Pasang, lo podré acabar de completar. No será como lo habíamos planificado y como nos hubiera gustado terminarlo, pero hemos tenido que adaptarnos a las circunstancias.

Estas dos semanas han sido, creo que para todos, y para mí también, 15 días de vértigo en que los acontecimientos en muchos países del mundo se sucedían a gran velocidad y a cada hora que pasaba la situación en cada país iba cambiando. Y así continúa todavía, día tras día.

Fue como una huida un poco surrealista ya que salía de un país con un único contagiado registrado, hacia un país donde los contagiados y los muertos se contaban ya por miles. Pero era volver a casa y eso pesaba más que nada.

En toda la zona del Khumbu no había ningún caso de contagio conocido pero los efectos de este maldito virus sí habían llegado. En pocos días vi y viví como, lo que debía ser el arranque de la temporada de primavera se convertía en un frenazo en seco de la llegada de expediciones y trekkings.

Namche se había vaciado de turistas y también de trabajadores que habían llegado para el inicio de la temporada. Incluso el «mi» barbero, cuando me fui a cortar el pelo y la barba el día antes de irme, me dijo que al día siguiente se volvía a Katmandú porqué allí ya no tenía trabajo.

El día que bajé de Namche a Lukla para coger el pequeño avión que tenía que llevarme hasta Katmandú, en los casi 20 km de camino me crucé con tan solo 5 turistas que subían. Menos que cualquier día de invierno. Todas las demás personas que me encontré eran gente del país. También encontré aún algunas caravanas de mulas subiendo suministros hacia el Khumbu, que a estas alturas ya habrán desaparecido por completo. En definitiva, un panorama desolador.

Por el camino y con gran sorpresa y alegría, me encontré con Lama Seru y su mujer (véase post 13 http:// http://sherpalifeproject.com/es/lama-seru-una-vida-dedicada-a-millorar-els-camins-de-leverest/), ya recuperado de su grave enfermedad, que se dirigía, por precaución, hacia la parte baja del distrito de Solukhumbu. Saludos, intercambio de buenos deseos y selfie.

Encuentro inesperado con Lama Seru y su esposa, camino de Lukla

A mi llegada a Katmandú, a primera hora de la mañana del domingo, ya me di cuenta que el tráfico era muy fluido y tranquilo y en las calles había mucha menos gente de lo que es habitual, en un país que se hace vida en la calle. El confinamiento aún no se había decretado, tan sólo era una recomendación del gobierno de que la gente se quedara en casa.

En aquellos momentos no sabía si podría salir del país o me vería obligado a quedarme un tiempo indeterminado. Ya hacía días que no podía entrar nadie, ni extranjeros ni nepalíes que quisieran volver a su país, y el gobierno acababa de decretar la suspensión de todos los vuelos internacionales tanto de entrada como de salida.

Una visita a las oficinas de la compañía aérea, a la que antes de salir de Namche había comprado un billete para viajar a Barcelona, ​​me hizo dar cuenta que una pequeña rectificación de la orden de suspensión de vuelos internacionales de salida del país, la había dejado momentáneamente sin efecto. Nadie, sin embargo, sabía hasta cuándo.

La tónica del día fueron las visitas deprisa y corriendo, y largas colas en las oficinas de las pocas compañías aéreas que aún operaban en Nepal, donde los extranjeros intentábamos confirmar el vuelo o comprar un billete. Unos billetes que doblaban su precio cada 12 horas. Algunos llegaron a 10 veces su precio habitual. Finalmente, el mismo domingo por la noche, una llamada de la compañía aérea me confirmaba el vuelo para el día siguiente y me daba las instrucciones para acceder al aeropuerto. Todo parecía indicar que mi salida del país iba por buen camino.

Al día siguiente, lunes, ya se había decretado el cierre de todas las actividades excepto las esenciales. Esto dejó unas imágenes insólitas de un centro de Katmandú con las calles vacías y las tiendas cerradas. Una imagen que sólo habían conseguido los toques de queda de los últimos tiempos de la monarquía para frenar la guerrilla maoísta, hoy plenamente integrada en el gobierno de la República de Nepal.

Un detalle. Las calles de Katmandú, como en otras ciudades de países similares, están siempre llenas de personas que te ofrecen insistentemente todo tipo de objetos. En los casi dos días que estuve allí, no creo que se me acercaran más de dos o tres.

El lunes saltó la noticia del segundo caso registrado de COVID-19 en el país y esto provocó que el gobierno ordenara el inmediato confinamiento total de la población, el cierre de todas las fronteras y la suspensión de todos los vuelos tanto domésticos como internacionales, a partir del martes. Esto lo leí en los periódicos cuando ya estaba en Doha (Qatar), durante la escala del vuelo hacia Barcelona, ​​y por lo tanto no pude ver los efectos, pero me puedo imaginar.

Es de suponer que estos efectos no deben ser iguales en las ciudades y zonas más pobladas que en los pueblos de las zonas de montaña que he conocido durante estos meses que he vivido allí. No me los puedo imaginar encerrados en casa sin salir. Los que se dedican al turismo no tienen trabajo, pero hay otros trabajos agrícolas y ganaderos que deben hacerse. Por ejemplo, ahora es precisamente el tiempo de plantar las patatas, principal cultivo de la zona del Khumbu. Cuando tienen otros trabajos de la temporada turística, contratan trabajadores de otras zonas del país para que los ayuden en las labores agrícolas pero este año no los necesitarán. Lo harán ellos mismos.

Finalmente, el martes 24 llegué a casa gracias a haber podido aprovechar la «ventana» de autorización de vuelos internacionales, que sólo duró 24 horas. Me salvé por los pelos de quedar confinado en Katmandú «sine die», ya que de momento la suspensión de vuelos se ha alargado hasta el día 15 de abril.

Todo esto ocurre en un país que, a día de hoy (31 de marzo), oficialmente sólo tiene registrados 5 casos de COVID-19 y que ha adoptado la estrategia de aislarse del exterior para intentar evitar la entrada y propagación del virus, conscientes de que, con su débil infraestructura sanitaria, les sería muy difícil hacer frente a una emergencia como la que estamos viviendo aquí. Les deseo toda la suerte de mundo.

COVID-19 – Como impacta en la región del Everest

Es una sensación muy extraña la que siento estos días siguiendo las noticias de lo que ocurre en todo el mundo, y en especial en Catalunya donde tengo toda la familia y la mayoría de las amigas y amigos, con esta pandemia del COVID-19.

Desde este rincón del mundo que es Namche, veo como los países más avanzados del mundo se ven incapaces de hacer frente a una situación que nadie esperaba hace tan sólo dos meses. Pero sobre todo te encoge el corazón, las angustias y las incertidumbres que hacen sufrir a tanta gente.

Nepal sólo ha registrado un único caso, muy al principio y ya está recuperado. Al menos oficialmente, Nepal es un país libre de este virus a fecha de hoy (15/03/2020). Es un país donde el miedo a un estallido de este virus es muy grande ya que es un país muy pobre y con una infraestructura sanitaria muy débil, y en algunas zonas remotas, inexistente. Su capacidad de respuesta a situaciones de emergencia sanitaria, como las que vemos en los países más afectados, sería muy pequeña.

Quizá por eso, esta semana el Gobierno ha tomado unas decisiones bastante drásticas e inesperadas, que afectarán a la economía de todo el país y sobre todo de la gente que trabaja en el sector del turismo y especialmente en las zonas de montaña.

El Gobierno ha decidido cancelar todos los permisos para las expediciones de la temporada de primavera, que es la más importante del año, y ha suspendido hasta el 30 de abril el sistema de visado de entrada al país, que se podía obtener a la llegada sólo con una solicitud on line previa. Ahora se debe pedir a la embajada de Nepal de cada país con unos requerimientos que hacen casi imposible de obtener.

A esto hay que añadir que ha cerrado casi todos los accesos por tierra desde la India y China, lo que convierte Nepal en un país libre del virus, que se intenta blindar del resto del mundo para evitar que entre. ¿Será efectivo? Hay muchas dudas, pero tendremos que esperar a ver qué pasa.

Todo esto ya está teniendo unos efectos devastadores para la economía de la región del Everest, donde desarrollo mi proyecto sobre la vida del pueblo Sherpa. Es una situación que, por supuesto, yo no había previsto y que me parece importante explicar.

En otros posts que he ido publicando he explicado la gran dependencia del turismo que tiene la economía de estos valles. Sólo por el impacto que esta pandemia estaba teniendo sobre la llegada de trekkings y expediciones, antes de que el Gobierno tomara estas decisiones, las anulaciones de reservas de alojamiento y de guiado, según algunos establecimientos y agencias que he podido consultar, ya se situaban en un 30%.

Ahora, con estas decisiones del gobierno, se cuenta que llegará muy poca gente. Mi amigo Pasang me decía ayer, medio en broma medio en serio, que, si esto sigue así, dentro de unas semanas seré el único extranjero de estos valles.

Según la Nepal Mountaineering Association, esta temporada de primavera, unas 10.000 personas, entre guías, porteadores, cocineros y otros trabajos relacionados, se quedarán sin trabajo. La mayoría de los alojamientos del Khumbu cuentan que les llegarán muy pocos huéspedes y el comercio, concentrado sobre todo en Namche, se quedará sin clientes. De hecho, hay algunos lodges y establecimientos de restauración que aquí en Namche de momento no han abierto.

Muy relacionado con el turismo de montaña también hay el sector de la aviación doméstica que estima una disminución de un 60% de pasajeros y unas cancelaciones de reservas de vuelos de helicópteros, que llegan al 70%.

Estos días, paseando por Namche y visitando pueblos y monasterios de los alrededores, he podido constatar la poca gente que hay. Es una sensación extraña. Parece invierno o verano, épocas que ya cuentas que no habrá mucha gente. Pero a mitad de marzo, no.

La explanada del Monasterio de Tengboche, al mediodía, hace tres días completamente vacía

Los sitios emblemáticos como el hotel Everest View, con su terraza con vistas al Everest, que siempre hierve de clientes, ahora está casi vacía. O el monumento dedicado a Tenzing Norgay (el sherpa que con Edmund Hillary pisaron la cima del Everest por primera vez), en Namche, donde todo el mundo va a hacerse la foto, ahora no hay que pedir turno. O en la explanada del monasterio de Tengboche, quizás el monasterio budista más icónico del Khumbu, hace dos días, al mediodía no había ni un alma. Inédito por estas fechas.

En unas semanas intentaré completar estas informaciones en función de la evolución de la situación, tanto en el país en general como aquí los valles del Khumbu.

Y os preguntaréis: ¿cómo lo vive la gente aquí? Aparentemente no parecen muy preocupados. Cuando hablamos, tengo la impresión de que frente a los desastres o infortunios, se lo tomas con tranquilidad. No dejan de sonreír, hacen tertulias en la calle, juegan a los dados en las esquinas i … la vida continúa. La filosofía budista ¿ayuda? ¡Tal vez sí!

LOSAR, LA CELEBRACIÓN DEL AÑO NUEVO SHERPA

En Nepal hay más de 60 grupos étnicos y eso hace que haya hasta nueve fechas, y en consecuencia nueve celebraciones diferentes para el Año Nuevo. La principal es la de Nava Varsha (Año Nuevo nepalí), que corresponde al Bikram Sambat (calendario oficial nepalí) que tiene su origen en el calendario hindú. Este año se celebrará el 14 de abril, fecha en la que comenzará el año 2077.

Como los budistas, y los sherpas entre ellos, siguen el calendario tibetano, celebran el Losar, que significa Año Nuevo en el idioma Sherpa. Y para hacerlo un poco más difícil de entender para los occidentales, tienen dos fechas para esta celebración, aunque con una duración y rituales idénticos.

La primera es el Sonam Losar, que se celebra el día uno del último mes (Gyal) del calendario tibetano, que este año fue el 25 de enero. Es la fecha en que lo suelen celebrar los sherpas de las zonas agrícolas ya que en febrero en muchos lugares comienzan las tareas agrícolas.     

La segunda fecha es la del Gyalpo Losar, que se celebra el día uno del primer mes (Chu) del calendario tibetano, y que este año fue el 24 de febrero, fecha que marcó el inicio del año 2.147, designado como el año de la rata de hierro. Esta es la fecha que celebran sobre todo la gente religiosa, los funcionarios y la gente empleada en los servicios y la industria, así como los muchos sherpas que han ido a vivir o pasan el invierno en Katmandú.

Desde la perspectiva occidental, parece un poco extraño celebrar un mismo evento basado en un mismo calendario, en dos fechas diferentes. Pero también entre las comunidades sherpas ya hace tiempo que hay un sentimiento que deberían unificarse en una sola fecha.

A mediados de febrero, yo acababa de volver al Khumbu para iniciar el segundo periodo de mi proyecto y eso me permitió seguir de cerca las celebraciones del Gyalpo Losar en Namche, que en la zona del Khumbu es el único pueblo que lo celebra por estas fechas. Los otros pueblos ya lo habían celebrado a finales de enero.

¿Y COMO CELEBRAN LA LLEGADA DEL NUEVO AÑO, LOS SHERPAS?

La celebración dura 3 días. El primer día las familias hacen una limpieza a fondo de toda la casa. Es el día de limpiar el hollín que se ha acumulado en el techo durante todo el año como consecuencia de hacer fuego con leña o excrementos de yak, y de la mala o nula evacuación de humos. Hoy en día esto ha disminuido mucho por la progresiva sustitución de la leña y los excrementos por la electricidad o el gas en bombonas. Sin embargo, la tradición se conserva y se aprovecha para hacer una limpieza general. La basura, dentro de bolsas o sacos, la sacan fuera de casa y la depositan en el cruce de calles o caminos más cercana a la casa, donde la recoge los encargados de la recogida de basuras, que hoy en día ya hay casi todos los pueblos (véase post 4 – Mantener el Khumbu limpio! http://sherpalifeproject.com/mantenir-el-khumbu-net/ ).            

Para la cena del primer día las familias preparan un potaje llamado gu thuk, que consta de nueve ingredientes diferentes: patata, zanahoria, carne de diversos tipos, arroz, rábanos, espinacas, judías secas, maíz y unos trocitos de una pasta de harina de arroz. Cuando está cocido sacan un poco de caldo y un trocito de patata, lo ponen en una tacita y lo ofrecen a los dioses. Hecha la ofrenda, la familia y los invitados se sientan a la mesa y comparten el gu thuk.

El segundo día lo pasan en familia, en casa. Por la noche, Nochevieja, ponen velas, comen khapse (unas pastas fritas elaboradas con harina de arroz), frutos secos y caramelos. Del khapse también guardan las primeras piezas para ofrecerlas a los dioses.    

   El tercer día, día de Año Nuevo, comienza muy pronto. A las 2 o 3 de la madrugada hacen una primera quema de incienso en casa y luego se van a la fuente del pueblo donde queman más incienso, hacen una ofrenda a los dioses con la comida y bebida que han guardado y llenan un recipiente (sangshu) con agua de la fuente que, una vez en casa, también ofrecerán a los dioses para que les traigan buena suerte.

En la fuente, las familias, además de realizar las ofrendas, comen khapse y caramelos, invitan a las familias que haya en ese momento, unos a otros se ponen pellizcos de harina en el hombro como deseo de buena suerte, distribuyen katas e incluso los hay que bailan sus danzas tradicionales. 

A media mañana empieza el Losar Party (fiesta comunitaria de Año Nuevo) en un local del pueblo, donde se reúnen las familias del lugar y pasan el día jugando a cartas o dados, comiendo, bebiendo, para terminar, bien entrada la noche , con sus danzas tradicionales. 

En Katmandú, me cuentan, el día de Año Nuevo lo pasan en familia y es el viernes de la misma semana que los diferentes grupos de sherpas de la ciudad organizan su Losar Party en diferentes locales de la ciudad, donde, en algunos casos, se pueden reunir más de 400 personas.

Aquí, en el Khumbu, se mantiene una tradición que alarga la celebración de los Losar más allá de los tres días. Cada día, por la tarde-noche, una familia del pueblo invita a su casa a los demás vecinos para celebrar el nuevo año y les ofrecen comida y bebida. Y así día tras día se van sucediendo estas celebraciones que, como se pueden imaginar, pueden durar semanas.

Al ser invierno, en el campo aquí no se puede trabajar y de turistas se ven pocos, hay poco trabajo por hacer. Por eso estas fechas son ideales para reunirse y hacer vida comunitaria antes de que llegue la temporada de primavera en la que no hay tiempo ni para hacer vida comunitaria y, en muchos casos, ni familiar.

Permitidme terminar con tres de las felicitaciones del año nuevo que más he oído o leído:

¡Feliz Losar!

Que el año de la rata te traiga buena salud, éxito, alegría y felicidad.

Que este año traiga la paz y la igualdad a todos y que puedan surgir las condiciones adecuadas para proteger y curar nuestro planeta y todos los seres vivos.