BANDERAS DE COLORES ONDEANDO: ORIGEN Y SIGNIFICADO

La mayoría de la gente que hemos ido a Nepal alguna vez, hemos vuelto a casa con varias tiras de aquellas banderas de cinco colores, quizás más conocidas entre nosotros como banderas de oración, que después hemos puesto en algún lugar que nos parece que quedan bonito o tal vez se nos han quedado dentro de un cajón. Pero ¿nos hemos preguntado alguna vez por su origen y significado? Yo he de reconocer que no.

Hace unos días, durante una ceremonia de bendición y posterior colocación de esas banderas en lo alto de unos riscos, tuve la oportunidad de descubrir cual es el origen y significado de unos elementos tan simbólicos como esos. He de reconocer que fue una experiencia de las más interesantes que he tenido hasta ahora, en este proyecto. Es por eso por lo que quiero compartirlo con todos los que seguís mi blog.

Estas banderas, que se llaman lungdar en lengua sherpa, están formadas por una serie de pequeñas banderas cuadradas o rectangulares, unidas por una cuerda o hilo, con oraciones o mantras impresos, y con la sencilla idea de que el viento y el agua se encargarán de llevarlas a todos los seres del universo, y no, como erróneamente se cree a menudo, de hacerlas llegar a los dioses.

Las colocan sobre todo en crestas, riscos o puertos de montaña, pero también sobre los tejados de las casas. Las banderas, de colores azul, blanco, rojo, verde y amarillo, se colocan por este orden, ya sea de arriba hacia abajo o de izquierda a derecha. Estos colores significan el cielo, las nubes, la piedra, el agua y la tierra, o también los cinco elementos: aire, agua, fuego, tierra y espacio.

Los sherpas creen que estas banderas, una vez bendecidas por un lama y colocadas en alguno de esos lugares, llevarán suerte, felicidad, salud y larga vida a su familia. Por ello, coincidiendo con el comienzo del año tibetano, llevan a bendecir las banderas y las colocan, en los días señalados como propicios, dentro de los primeros 20 días del primer mes del año. El número de banderas del conjunto que cuelga cada familia debe ser mayor que la suma de las edades de las personas que la forman.

Suelen renovarlas una vez al año. La colocación se debe hacer sin que se toquen con las ya existentes y los restos de las viejas no se pueden tirar. Se deben quemar o depositarlas en alguna de las muchas cuevas sagradas que hay cerca de los monasterios.

El pasado domingo 1 de marzo, que era el día 7 del primer mes del año 2147 del calendario tibetano, con mi amigo Pasang habíamos ido al pueblo de Thame y él quiso aprovechar la ocasión para subir hasta el monasterio budista que hay sobre el pueblo, para hacer bendecir las banderas que llevaba desde su casa, en Namche.

Por la mañana, temprano, subimos hasta el monasterio para ir a la casa de uno de los lamas que viven en el monasterio. Un hombre de 88 años, que ha vivido toda la vida en ese monasterio, nos recibió con una gran amabilidad. Allí, en el pequeño salón donde él hace vida, pusimos los cuatro rollos de banderas en una bandeja y él comenzó a recitar mantras en tibetano durante un buen rato. Mientras recitaba esos mantras y quemábamos incienso, iba tocando pequeños instrumentos y esparcía granos de arroz sobre las banderas y por todo el salón. El ritual, y la atmósfera del pequeño espacio donde se producía, tenían un efecto cautivador para mí, a pesar de no comprender todo el significado.

Terminada la ceremonia de la bendición nos fuimos montaña arriba por encima del monasterio, hasta el lugar que mi amigo había elegido para colgar las banderas. Entonces él, con mucho cuidado, encendió una pequeña hoguera con ramas de enebro y durante unos momentos pasó las banderas por encima del humo del enebro. Después subió aún más arriba y las fue empalmando y extendiendo hasta que acabaron formando un gran arco de colores con las banderas ondeando, entonces las ató con mucho cuidado procurando que no tocaran las que ya había en el mismo lugar.

Al terminar, volvió al lugar del fuego para hacer una pequeña oración y lanzar al aire un puñado de arroz mezclado con semillas de cereales, que había preparado el lama durante la ceremonia de bendición.

Terminado todo esto, y habiendo protegido con unas piedras lo que quedaba de la pequeña hoguera para que con el viento no se esparciera, sólo nos quedaba deshacer el camino de bajada hacia el monasterio. Lo hicimos ligeros y en silencio. Un silencio, el de mi amigo, que interpreté aún de recogimiento espiritual, que duró hasta llegar otra vez al monasterio.

Una vez allí, emprendimos el camino de vuelta a casa, a Namche, muy contentos. Él por haber cumplido un ritual en el que cree, y yo por haber aprendido qué significan para los sherpas, estas banderas. Y la verdad es que no encuentro una manera más sublime de simbolizar los deseos de suerte, felicidad, salud y larga vida para todos los nuestros.

LA VIDA DONDE NO LLEGA EL TURISMO

Nepal es un país que depende bastante del turismo y especialmente algunas zonas de montaña donde la economía depende casi únicamente del turismo.

En la municipalidad de la Khumbu Pasang Lhamu Rural Municipality (KPLRM), las dos zonas que hay desde Lukla hacia arriba, Pharak y Khumbu, son las que se benefician del turismo. En cambio, la zona de Shorong (o Solu) entre Lukla y Kharikhola la realidad es completamente diferente. Por ello, en diciembre pasado, quise aprovechar el viaje de bajada desde Namche hacia Kathmandu, para recorrer andando buena parte de lo que normalmente se hace en avión y así conocer cómo es la vida allí donde el turismo no tiene casi presencia.

Mapa del camino de Namche a Phakding y Kharikhola

LA SITUACIÓN ACTUAL

Con este objetivo, mi amigo y guía Pasang y yo bajamos caminando desde Namche hasta el pueblo de Kharikhola para que pudiera conocer de primera mano la única zona donde yo no había estado nunca. En el pueblo de Phakding dejamos el camino que va directo a Lukla, para cruzar el río Dudh Koshi por un viejo puente colgante y seguir por el antiguo camino que usaban tanto la gente local como los primeros expedicionarios y los grupos de trekking, antes de que se construyera el pequeño aeropuerto de Lukla en 1964. Un recorrido romántico muy recomendable.

Este camino nos llevó primero hasta las aldeas de Nyerse, Sengma y Rongdingma, donde ya pude apreciar la diferencia con los pueblos turísticos. Aquí la gente vive de una agricultura poco variada y muy rudimentaria, con poco ganado, básicamente para el autoconsumo y para las labores del campo. No hay ni comercio ni servicios. Hasta hace 10 años, en Rongdingma había una pequeña escuela, pero ahora está cerrada. Por ello, los habitantes de estos pueblos, para cualquier cosa tienen que ir a Chaurikharka o Lukla, cruzando el profundo valle del río Dudh Koshi.

Nosotros hicimos lo mismo y una vez llegados a Chaurikharka seguimos nuestro camino hacia abajo, siguiendo el curso del río, pero con muchas subidas y bajadas. Durante 3 días fuimos pasando por los pueblos de Surke, Paiya, Burpa y finalmente llegamos a Kharikhola, que es el pueblo situado más abajo (2.100 m) y más al sur del territorio (la KPLRM) donde desarrollo mi proyecto.

A diferencia de los tres primeros pueblos, estos otros cuatro están situados sobre el camino que actualmente se utiliza para ir hacia las zonas altas del Khumbu. Estos pueblos, inicialmente agrícolas, durante los años 1950 y la primera mitad de los 60 se beneficiaron del paso de las primeras expediciones y trekkings, construyeron lodges y lugares de acampada, y comenzaron a ofrecer servicios. Todo esto representó una mejora importante en la vida y la economía de esta zona.

Fue así hasta 1964 en que se construyó el aeropuerto de Lukla y el turismo dejó de pasar por estos pueblos con la consiguiente pérdida de ingresos de sus habitantes. Es cierto que la infraestructura de alojamiento que se había creado se mantuvo, pero reorientada a los clientes locales y por tanto adaptada a unas menores exigencias y posibilidades económicas.

Teniendo en cuenta que la orografía de esta zona ya es más suave y permite un buen aprovechamiento de la tierra organizándola en terrazas y que se pueden cultivar muchas más variedades de fruta, verdura y cereales, podríamos pensar que la agricultura y la ganadería habrían podido volver a ser el motor económico, aunque más pequeño que el turismo, de esta zona. Pero esto no fue así. La principal razón es el cambio que en las últimas décadas se ha producido en el mercado de productos agrícolas y ganaderos. La construcción de carreteras, ni que fueran de tierra, que cada vez llegaban más cerca de esta zona, facilitó que llegaran productos de otros lugares con lo que su mercado natural se rompió.

El resultado es que hoy en día el sector primario local no tiene mercado y sólo quedan pequeñas explotaciones familiares para el autoconsumo y un exiguo comercio local. Muchas explotaciones se abandonaron y sus propietarios emigraron hacia Kathmandu o al extranjero.

A pesar de esta situación hay un aspecto positivo importante de señalar. Es la apuesta por la educación, que ya expliqué que existía en las zonas de más arriba, i que aquí se ha mantenido. En nuestro recorrido encontramos dos pequeñas escuelas, una en Surke y otra en la parte alta de Kharikhola, dos más medianas en Paiya y Burpa y una grande, con todos los niveles de primaria y secundaria, en Kharikhola. Todo ello para una población que no llega a las 2.000 personas, pero dispersas en un área muy grande.

En cambio, de la infraestructura de salud no podemos decir lo mismo ya que es casi inexistente. La única infraestructura que había, el hospital de Kharikhola, desapareció con el terremoto de 2015 y las obras de construcción de un nuevo hospital llevan tiempo paradas. Hay un pequeño hospital provisional donde no siempre hay médico. Por lo tanto, la gente de aquí, si tienen un problema de salud algo importante, deben ir a Katmandú que, ahora que la carretera ya llega hasta Kharikhola, queda «sólo» a 17 horas en jeep por unas carreteras que en buena parte son de tierra y las que están asfaltadas presentan un estado deplorable.

Hasta aquí la realidad de una vida dura que he podido observar en mi camino de bajada desde Namche hasta Kharikhola.

UN FUTURO POCO ESPERANZADOR

Algunos recordaréis que en el post núm. 7 hablaba de la construcción de una carretera desde Kharikhola hasta arriba a Chaurikharka. Pues bien, ya está en construcción. Pude ver grandes máquinas abriéndose paso por un terreno imposible, de mucha pendiente, con mucha roca, pero también con partes propensas a los deslizamientos. Las previsiones son que esté terminada, de momento sin asfaltar, el mes de julio. No creo que sea así, pues hace pocos días pude ver hasta dónde habían avanzado en dos meses y dudo que en julio se pueda terminar. Pero si no es en julio será un poco más adelante.

El sector del turismo, de Chaurikharka hacia arriba está contento con esta carretera, pues facilitará mucho el acceso de los turistas que ahora depende básicamente del pequeño aeropuerto de Lukla muy castigado por la climatología de la zona.

Pero de Chaurikharka hacia abajo, a pesar de que reconocen que disponer de una carretera es una mejora incuestionable para su vida diaria, la gente en general no está muy contenta por el impacto negativo que creen que tendrá en el ya exiguo negocio del turismo. Las personas con las que hablé coincidían en que la poca gente que ahora se para en los puestos de comida y alojamiento, con la nueva carretera irán hasta Chaurikharka en un solo día, sin necesidad de pararse ni alojarse en el trayecto. Es decir que, tras el impacto negativo que para ellos ya tuvo el aeropuerto de Lukla, la carretera tendrá seguramente un efecto negativo aún mayor.

Como habréis visto, las zonas con turismo y las que no lo tienen, conviven unas junto a las otras, pero son dos mundos completamente diferentes y mi conclusión es que, en estas zonas, todo el mundo mira el turismo como la salida más plausible para un futuro mejor.

Y como los sherpas son una gente con una gran capacidad de adaptación a los cambios, como ya lo han demostrado varias veces, los de esta zona necesitarán reinventarse, como se dice ahora, buscando propuestas de turismo alternativo al de las expediciones y los largos trekkings de altura. Y estoy seguro de que saldrán adelante.

Los festivales de la comunidad sherpa, espiritualidad y vida social

En muchas culturas de todo el mundo se celebran fiestas comunitarias y la Sherpa no es una excepción. Estas celebraciones son especialmente importantes para las comunidades que viven en lugares aislados ya que son las ocasiones que tienen las familias y los amigos para encontrarse.

La mayoría de los trabajos de la gente de estos valles son trabajos duros, a menudo peligrosos, que les dejan poco tiempo para reunirse y hacer vida social. Por eso los festivales y celebraciones anuales, en monasterios y pueblos, son las ocasiones que tienen para la vida espiritual, la diversión, la vida social y el descanso.

Muchos de los festivales sherpas son religiosos, como por ejemplo el Mani Rindup, el Dumchi, el Nyungne o el Chiro Lhabsang, pero también los hay de laicos, como son el Losar, el Yarchang o el Phagnyi. De todos modos, todos los religiosos tienen una componente laica.

Casi todos estos festivales tienen unos organizadores-patrocinadores, que cambian cada año y que se encargan de la organización y se hacen cargo de los gastos.

Como son muchos los festivales que celebran durante el año, he pensado que sería mejor hacer una descripción de los que he visto hasta ahora. Y el próximo año, hacia el final de mi estancia aquí, ya hablaré de los demás.

NYUNGNE

Dos veces al año, en muchos monasterios organizan el Nyungne, que es un retiro para el desarrollo espiritual, mediante la renuncia que supone el ayuno, la oración y el silencio. Tiene una duración de 3 días, durante los cuales los participantes hacen vida en el monasterio. Lo organizan los monasterios y lo pagan los participantes.            

El primer día, Lhabsang, rezan dentro del monasterio, cocinan y comen normalmente. El segundo día, khungsang, es de ayuno y silencio absolutos. Rezan y recitan mantras en silencio y dan vueltas a los monasterios. El último día, Chow, termina el ayuno y vuelven a comer y beber.          

Los primeros días de agosto, pude observar este retiro en el monasterio de Namche. Organizaron dos turnos de 3 días, con unas 25 personas por turno, todas con vestidas al estilo tradicional sherpa. Durante las dos noches del retiro duermen en los soportales del patio del monasterio.

PHAGNYI

A primeros de agosto, en la mayoría de los pueblos celebran la fiesta del Phagnyi, que en sherpa significa día del cerdo. Es una fiesta totalmente laica, con un grupo de vecinos que se cuida de organizarlo y entre todos los participantes pagan los costes.        

En Namche la fiesta dura 3 días, pero en este caso van a dormir en su casa. Es una fiesta para pasarlo bien. Son 3 días durante los cuales desayunan, comen y cenan en el lugar donde se celebra la fiesta, cantan y bailan, y sobre todo juegan. Se pasan los 3 días jugando a las cartas. En todas las dependencias donde se celebra la fiesta hay mesas, con montones de dinero, con grupos de hombres o mujeres jugando a las cartas. Eso es así porque es la única ocasión del año en que está permitido jugar con dinero, en lugares públicos. ¡Y lo aprovechan de verdad!                    

Al anochecer es el momento de bailar. Unos bailan con música nepalí moderna y otros sus bailes tradicionales y cantan sus canciones. En el caso de Namche, que es donde yo participé, los acompañaba un vecino con un DRAMNYANG, un instrumento tradicional sherpa de 3 cuerdas.           

Antiguamente esta fiesta era para celebrar que la temporada más dura de los trabajos agrícolas ya había terminado. Ahora, además, se añade el hecho de que también ha terminado la temporada turística de primavera, y la gente tiene tiempo para descansar y divertirse.

LOSAR PULU

Es un festival laico, que se celebra el día de luna llena de noviembre, para celebrar las cosechas del año, aunque en la actualidad también se celebra en lugares que no son agrícolas, como es el caso de Namche.

Durante todo el día y hasta entrada la noche, grupos de hombres y mujeres, a los que por la tarde se les añaden los niños cuando salen de escuela, pasan a cantar canciones tradicionales, puerta a puerta, por todas las casas del pueblo. Les dan dinero, comida y bebidas. Hay casas que les ponen una kata (pañuelo largo de seda para desear suerte) y a menudo sus habitantes se juntan con el grupo a cantar y bailar. El dinero que recogen, que es mucho, va destinado al mantenimiento del monasterio y a la comunidad del pueblo.                   

Todo el mundo va vestido al estilo tradicional sherpa que es muy elegante y, tanto hombres como mujeres, lucen las mejores joyas. En Namche, el grupo más numeroso de este año fue el formado por miembros del Grupo de Mujeres (Women’s Group) y el Club de la Juventud (Youth Club).       

Unos días después, todos los grupos que han participado en la fiesta se reúnen una tarde en el patio del monasterio y organizan una fiesta con música, canciones y bailes tradicionales, representaciones teatrales y una cena comunitaria.

CHIRIM LHABSANG

Es una ceremonia religiosa para invocar la protección de los dioses para la tierra, los cultivos, el ganado y la gente. La organiza la comunidad de cada pueblo, que cada año designa unos organizadores (lawa), que se hacen cargo de la preparación y los gastos de la ceremonia. Generalmente se celebra al final de la primavera, pero en Thame lo celebran a finales de noviembre.            

Aquellos días yo estaba alojado en casa del organizador de este año y tuve la ocasión, y la suerte, de ver como el día antes dos monjes del monasterio de Thame preparaban las torma, que son unas figuras de formas diversas, muy trabajadas, hechas con una masa elaborada con arroz hervido. A la mañana siguiente, las torma y todos los demás elementos necesarios para la ceremonia, se trasladan hacia el lugar que el pueblo ya tiene para estas ocasiones. En Thame es una pequeña construcción, que ellos llaman santuario, situada sobre un inmenso bloque de piedra que hay en medio de un campo, donde la gente se sitúa durante la celebración.         

La ceremonia dura unas tres horas, durante las cuales dos o tres monjes recitan mantras y tocan trompas y tambores. Mientras, la gente que asiste, que son casi todas las familias del pueblo, hablan entre ellos y beben te o Chang, que es la bebida alcohólica que ellos elaboran a partir del arroz. Terminada la ceremonia, hacen una pequeña fiesta en el mismo lugar, con danzas y canciones, y regresan a sus casas.

Los mismos vecinos me contaron que, después de esta ceremonia, vuelven a casa con mucho más optimismo y confianza en su futuro.          

Los Grupos de Mujeres y los Clubes de Jóvenes, las dos piezas clave de la sociedad Sherpa

Visitando todos los pueblos de estos valles, en casi todos he encontrado un Grupo de Mujeres (Women ‘s Group) y un Club de la Juventud (Youth Club). Desde un principio me di cuenta de que estas dos organizaciones son las únicas de la sociedad Sherpa, en cada pueblo. Es por eso que me parece importante dedicarle un post.

LA MUJER EN LA SOCIEDAD SHERPA

En la sociedad Sherpa, las mujeres han tenido desde siempre un trato de igualdad con los hombres y han tenido un rol preponderante en la vida familiar. La mayoría de las decisiones en el ámbito familiar las han tomado y las siguen tomando las mujeres. Las herencias, propiedades, dinero y ganado se reparten por igual entre hijos e hijas.

Quizá actualmente ya es anecdótico, pero históricamente ha habido un hecho singular de la sociedad Sherpa que me parece interesante explicar. Es la poliandria, el hecho de que una mujer tenga más de un marido, que ha sido hasta hace pocos años una práctica muy extendida y con prestigio. En cambio, la poligamia, un hombre casado con más de una mujer, a pesar de estar aceptada, era una práctica muy poco frecuente. Ambas prácticas actualmente son inexistentes.

Por lo que he ido viendo durante este tiempo, la situación de igualdad entre hombres y mujeres, aunque en teoría es así, en la práctica hay aspectos que el impacto del turismo o la evolución de las formas de entretenimiento o comunicación, han representado un paso atrás en algunos aspectos, al menos desde el punto de vista de la cultura occidental.

Las nuevas tareas que se crearon con el turismo, porteadores y guías principalmente, pero también conductores de caravanas de ganado de transporte, son la causa de que muchos hombres pasen largas temporadas lejos de casa trabajando para trekkings y expediciones.       

Eso, paulatinamente supuso que los trabajos agrícolas y ganaderos recayeran en las mujeres, que las añadieron a las que tradicionalmente ya realizaban, de cuidar de la casa y la familia. Así, hoy en día son las mujeres las que ves cosechando las patatas, segando hierba, ordeñando las nak (hembra del yak) o conduciendo los rebaños. La imagen más descriptiva de esta situación la tenemos con la foto de una mujer trabajando en el huerto, con la cuna a la espalda.              

A todo esto hay que añadir que, como muchas familias han abierto lodges, cuando el hombre está fuera, la gestión de los lodges también la asumen las mujeres.

Hay un hecho que ha suavizado un poco esta situación en los últimos 10 años. La llegada del teléfono móvil en estas zonas de montaña. Gracias a ello, ahora no es necesario que los hombres se pasen semanas o meses en Katmandú, como antes, para concretar un trabajo, sino que lo pueden hacer desde su casa o incluso durante los trekkings.

El ocio es otra faceta de la vida de las mujeres Sherpa que, con la incorporación de nuevas formas de entretenimiento y relaciones sociales que antes no existían (bares, sencillas discotecas, clubes de billar), han hecho aflorar la desigualdad. Las chicas hacen menos actividades en el exterior que los chicos y, por ejemplo, una vez comprometidas o casadas, ya no salen las noches porque está mal visto.

LOS GRUPOS DE MUJERES

Ante esta situación, los Grupos de Mujeres, en cada pueblo, han asumido un papel fundamental en el empoderamiento de la mujer, en la defensa del medio ambiente y también en la preservación de la cultura Sherpa. Estos grupos pueden llegar a tener, en los pueblos más grandes, entre 50 y 60 socias, de edades que van de los 25 a los 60 años.

Con su acción, en los últimos 10 años, han impulsado un avance muy importante en el empoderamiento de las mujeres. Las socias se comprometen a pasar tiempo con el Grupo de Mujeres y dejar las tareas del hogar por un rato. Aprenden a ser independientes de los maridos. Empiezan a querer quedarse en los pueblos porque, con la formación y la ayuda del grupo, tienen más oportunidades de abrirse camino profesionalmente.

La clave para el empoderamiento ha sido, sin duda, la incorporación de la formación a sus actividades. Ofrecen formación sobre liderazgo, gestión administrativa, concienciación y prevención de la salud de las mujeres (cáncer de mama, útero, etc.), inglés, danzas y canciones Sherpa.          

Además de las acciones de formación, en muchos pueblos gestionan la recogida de la basura, generalmente puerta a puerta, en colaboración con el SPCC (Sagarmatha Pollution Control Committee), mediante personal contratado y retribuido. Varias veces al año organizan una limpieza general del pueblo y sus alrededores, habitualmente de manera conjunta con los Clubs de la Juventud. También realizan tareas de apoyo a familias pobres o con problemas.

En cada pueblo desarrollan proyectos muy diversos para la comunidad, que pueden ir desde hacer de voluntarias para la organización de la llegada de la Maratón del Everest, a Namche, pasando por la construcción del helipuerto del hospital o del camino para ir al Hillary Memorial, en Khunde, hasta fabricar sartenes y otros utensilios de cocina con las latas de bebidas, en Monjo.

LOS CLUBS DE LA JUVENTUD

La vida de la juventud ha sufrido una transformación muy grande en las últimas décadas, gracias a la formación, pero también como consecuencia del impacto del turismo. Las transformaciones han sido en general positivas (formación, oportunidades de empleo, mejora del nivel económico) pero también las hay de negativas (aparición de drogas o consumo de alcohol). La concienciación de los propios jóvenes sobre estas transformaciones, hicieron surgir en muchos pueblos, durante los años 1990, los Clubs de la Juventud.

Son grupos que pueden llegar a tener 80 o 90 miembros en los pueblos más grandes, con más chicos que chicas (otra señal de la desigualdad) de entre 25 y 45 años. Entre sus actividades destaca la formación, sobre todo en materias que les sean útiles para crear o gestionar negocios y trabajos más allá de trabajar como guías de montaña.

Realizan trabajos comunitarios tales como ayuda a gente necesitada; traslado de enfermos, andando, a los centros de atención médica y hospitales; campañas de concienciación sobre el consumo de drogas y alcohol; o, en según que pueblos, la recogida de basuras.

Organizan actividades y competiciones deportivas y trabajan por la defensa de la cultura Sherpa a través del teatro, las canciones, los bailes o el idioma.

A diferencia de lo que ocurría hace 15 o 20 años, a la pregunta de si los jóvenes hacen la opción de vivir aquí o prefieren ir a Kathmandu o en al extranjero, la respuesta es: quedarse aquí. Sobre todo, los chicos. Las chicas ven más oportunidades profesionales y personales en Katmandú o en el extranjero.

En alguno de los encuentros con estos grupos, les pregunté por la práctica religiosa de la juventud y me explicaron que la mayoría son practicantes budistas a partir de los 30 años. Antes de esta edad, los más jóvenes pasan un poco, o mucho, porque quieren ser independientes y diferentes de sus padres, pero más adelante, cuando entienden las razones y el significado de las prácticas religiosas, empiezan a practicar.

En cuanto a las fiestas tradicionales, que tienen muchas, me explicaron que las defienden porque son la ocasión que tiene la gente, aquí, de encontrarse y hacer comunidad. Cuando no había móviles ni redes sociales, eran los únicos momentos para juntarse y saber unos de otros. Ahora, aunque los jóvenes todos tienen grupos de Whatsapp y Viber y están siempre en contacto, también van a las fiestas donde se juntan jóvenes y mayores, hombres y mujeres, realizan ofrendas y oraciones (ya que la mayoría de fiestas tienen una base religiosa ), lucen los trajes tradicionales, cantan y bailan, juegan a cartas, ríen mucho y se pasan largos ratos hablando. Cosas que, excepto hablar, al menos por el momento no es posible realizar con el móvil.      

                                   

De los curanderos a los rayos X – medio siglo de voluntad de crear servicios para la salud

Uno de los cambios importantes que he constatado es el de la infraestructura y los servicios relacionados con la salud, en el área de la Khumbu Pasang Lhamu Rural Municipality (KPLRM).

Comparada con otras zonas remotas de Nepal, esta área dispone actualmente de un buen nivel de equipamientos sanitarios. Sin embargo, como podrá comprobar, es un nivel todavía muy elemental si tenemos en cuenta que viven unas 10.000 personas y cada año la visitan 60.000 más.

Hasta comienzos de los años 1960 no había ningún lugar de atención médica. La gente de aquí confiaba sólo de la medicina tradicional basada en hierbas medicinales o de prácticas espiritistas o religiosas para curar las enfermedades.

No fue hasta 1966 que Edmund Hillary construyó el primer hospital en el pueblo de Khunde, a 3.900 m. de altura. Gracias sobre todo a las diversas fundaciones que trabajan en la zona, hoy ya disponen de 2 pequeños hospitales privados (Khunde y Lukla); 3 centros públicos de atención básica, muy precarios, en Namche (4), Pangboche (5) y Chheplung(6); 4 de privados, algo mejor equipados, en Thame (1), Phortse (2), Monjo (3) y Namche (7); y 3 más también privados, especializados en medicina de montaña, en Pheriche (8), Machermo (9) i Gokyo (10)

Mapa de los servicios de salud en Khumbu y Pharak 

Para poner en contexto los servicios para la salud en esta área hay que tener en cuenta tres factores: la gran extensión del territorio (1.539 km2), la inexistencia de vías de comunicación y el desequilibrio entre los habitantes (10.000) y los visitantes (60.000 ).

LOS HOSPITALES

En el año 1966 se abre el hospital de Khunde, a 3.900 m, y no es hasta 39 años después, en 2005, que se abre el segundo, en el pueblo de Lukla, a 2.800 m, justo al lado del pequeño aeropuerto de este pueblo. Ambos hospitales son privados y fueron construidos y están financiados por dos fundaciones sin ánimo de lucro.         

Según informaciones recientes, están a punto de comenzar las obras de construcción del primer hospital público, en el pueblo de Chheplung, a media hora a pie de Lukla y que será el más grande de toda la zona. La previsión es que se pueda abrir en el año 2020.

Los dos hospitales existentes son de pequeñas dimensiones, 15 camas el de Khunde y 25 el de Lukla, pero suficientes para el tipo de actividad que realizan. De hecho, según los mismos hospitales, rara vez las llenan. En Khunde las utilizan básicamente las mujeres que acuden para tener sus hijos y en Lukla sólo las ocupan todas en plena temporada turística.  

Otra característica común es que los profesionales que trabajan en estos equipaminetos, actualmente todos son del país.

Hay tres aspectos que quiero destacar de ambos hospitales. Uno es que, por la dimensión y por el número de pacientes que atienden, sólo hacen cirugía de muy poca complejidad y los casos complejos los derivan a Katmandú.

Un segundo aspecto a destacar es el cambio radical que representó para las mujeres durante el proceso de gestación y sobre todo a la hora de los partos. La atención durante el embarazo y la posibilidad de esperar la hora del parto en el mismo hospital, sobre todo para las mujeres que viven en muchas horas a pie del hospital más cercano. Esto ha hecho aumentar el éxito de los partos y ha ayudado mucho a disminuir la mortalidad infantil.

El último aspecto a destacar son los servicios y programas de salud pública, planificación familiar, vacunación, educación para la salud (prevención), prenatal y partos, que ofrecen los hospitales en un territorio donde hace medio siglo no tenían ninguna infraestructura ni servicio de salud.

LOS CENTROS DE ATENCIÓN BÁSICA

A día de hoy hay 7 pequeños centros de atención básica, entre públicos (Namche, Pangboche y Chheplung) y privados (Thame, Phortse, Namche y Monjo), distribuidos por todo el territorio, de manera que todos los pueblos habitados permanentemente tienen uno en el mismo pueblo o en el de al lado. Es como una pequeña red de seguridad para los habitantes de aquí, aunque algunos sean muy precarios.

La atención médica es a cargo de médicos o médicas en 4 centros y por profesionales paramédicos en los otros 3. Todos tienen un stock de medicamentos para suministrarlos directamente a los usuarios, ya que sólo hay farmacia en Namche.

En el caso de los centros públicos, hay dos problemas recurrentes. Uno es la dificultad de encontrar profesionales que quieran ir a trabajar, sobre todo los más remotos. Y la otra es la limitación de medicamentos disponibles.

Un ejemplo paradigmático es el del pueblo de Pangboche. El atiende un solo médico, que hace 5 años el gobierno lo destinó allí, con 4 profesionales más que no llegaron a ir o se marcharon al poco tiempo. Esto le obliga a él a estar disponible las 24 horas de todos los días del año. Y lo hace, pero cuando tiempo aguantará?             

LOS CENTROS MÉDICOS DE ALTA MONTAÑA

Son centros que por su función están situados en núcleos no habitados permanentemente, muy remotos y a mucha altura. Situados en Pheriche (4.371 m), Machermo (4.410 m) y Gokyo (4.750 m).

Las características comunes a estos centros es que están especializados en problemas de salud relacionados con la actividad en alta montaña, sólo están abiertos las temporadas turísticas, están gestionados por organizaciones sin ánimo de lucro, el personal que trabaja allí es voluntario (mayoritariamente extranjero) , son de pago por los turistas y casi gratuitos para la gente del país.

Además de la atención médica general y especializada, cada día hacen una sesión divulgativa y preventiva gratuita, sobre los problemas de salud relacionados con la altura. Cada año asisten entre 800 y 1.000 personas, a cada centro.

CRONOLOGÍA DE LA CREACIÓN DE EQUIPAMIENTOS

1966 – Hospital de Khunde (privado). Construido por Edmund Hillary, y financiado actualmente por la Sir Edmund Hillary Foundation (http://thesiredmundhillaryfoundation.ca)

1970 – 1999 – Centros de atención básica (clínicas) de Thame, Phortse y Monjo. Son privados y dependen del hospital de Khunde.

1970 – Centro de atención básica (health post) de Namche. Es público.

1973 – Centro médico de alta montaña (aid post) de Pheriche (privado). Construido y gestionado por la Himalayan Rescue Association (https://himalayanrescue.org.np/)

Finales de los años 1990 – Centros de atención básica (health post) de Pangboche y Chheplung. Son públicos.

1991 – Namche Dental Clinic, en Namche (privada). Construida por la American Himalayan Foundation (https://www.himalayan-foundation.org)

2003 – Centros médicos de alta montaña (rescue post) de Machermo y Gokyo (privados). Construidos y gestionados por Community Action Nepal (https://www.canepal.org.uk/)

2005 – Hospital de Lukla (privado). Construido y financiado Nicole Niquille Foundation (www.hopital-lukla.ch) y la Pasang Lhamu Foundation (www.pasanglhamufoundation.org)

2017 – Mountain Medical Institute en Namche (privado). Construido por la Um Hong Gil Human Foundation

      

 

        

      

    

      

    

  

      

     

      


LAMA SERU – Una vida dedicada a mejorar los caminos del Everest

Si un día andáis por el camino de Namche hacia Gokyo o el campo base del Everest, encontraréis un hombre sentado en una silla junto a una caja para donativos y unas pizarras donde explica en varios idiomas, qué hace y para que pide dinero.     

Se trata de Pasang Sherpa, más conocido popularmente como Lama Seru. Ahora tiene 81 años y aún se dedica con pasión a la mejora de los caminos que, desde Namche hacia arriba, llegan al pie del Sagarmatha (Everest). Esto lo ha realizado de manera voluntaria durante los últimos 35 años y aún continúa haciéndolo, a pesar de su edad y que ya que no puede ver ni oír bien.

Se ha ganado una buena reputación por su dedicación a mejorar los caminos del Khumbu. Lo ha hecho con su propio trabajo y con las donaciones de los visitantes. Comenzó reparando y mejorando un camino de unos 14 kilómetros de longitud desde Dingboche a Phungi Thenka, pasando por el monasterio de Tengboche, y una pista de 5 kilómetros desde Pheriche hasta el campo base del Everest.

Justo hace unos días ha terminado la construcción (o reparación) del camino desde Phungui Thenka hasta Namche, que tiene unos 6 kilómetros. Durante estos años también ha construido 16 zonas de descanso en estos caminos e incluso un chorten (stupa, en nepalí).         

Yo lo vi por primera vez en 2002 mucho más arriba que ahora, pero no me di cuenta realmente de lo que estaba haciendo. 12 años más tarde, en 2014, ya lo encontramos al comienzo del tramo de camino más llano que hay antes de llegar a Namche, con las mismas pizarras que ahora. Y estos últimos días ya se instalaba muy cerca Namche. Como era su deseo, antes de la llegada del invierno ha, terminado por fin la reconstrucción de este largo camino.

La historia de este hombre comienza cuando tenía 18 años y por primera vez acompañó un trekking hacia la región del Everest. Entonces ya se dio cuenta del mal estado de los caminos y de cómo eran de peligrosos tanto para los turistas como para la gente del país. Unos años más tarde dejó los trekkings por dedicar su vida a mejorar los caminos que van hacia el Everest. Al principio vivía en una tienda hasta que más adelante se casó con Lakpa Yangji, de Khumjung, y desde entonces viven en una casa alquilada a la salida de este pueblo.         

 Al principio era él quien hacía los trabajos, pero más adelante, debido a su edad, empezó a contratar trabajadores. Aunque ya es mayor, dice sentirse con fuerzas para continuar con esta tarea, como él mismo dice, hasta el final de sus días.

Hace dos años fue distinguido con el premio Nagarik Nayak (Nagarik Héroes) 2017, que otorga anualmente el diario nepalí My República, por sus tres décadas de esfuerzos en mejorar los caminos del Khumbu, que han permitido salvar vidas de personas y ganado que circulan por estos caminos.

Su principal preocupación, sin embargo, es saber si la administración se encargará del mantenimiento de estos caminos, una vez él ya no esté. Cuando estaba acabando este post, he sabido que, justo al terminar este último tramo de camino, se puso gravemente enfermo y lo trasladaron en helicóptero al pueblo de Salleri, situado en la zona baja de esta región, donde él nació y todavía tiene casa. Es ahí donde actualmente se está recuperando y aquí todos esperamos poder volver a verlo sentado en el borde de algún camino, continuando este trabajo que tanto le apasiona.    

     

              

El éxito absoluto del CARRY ME BACK, que también debería ser el compromiso de todos

En el post Mantener el Khumbu limpio, del 15 de agosto pasado, expliqué el proyecto Sagarmatha Next, que incluía una propuesta muy original para trasladar hasta Kathmandu, sin coste, los residuos sólidos no orgánicos del Khumbu.

Hace pocos días ha terminado la prueba piloto de esta iniciativa y me parece interesante hacer una pequeña reseña. 

La iniciativa CARRY ME BACK

El parque nacional de Sagarmatha recibe aproximadamente 60.000 visitantes cada año, los cuales, junto a guías y porteadores que los acompañan y los aproximadamente 10.000 habitantes de la zona, se calcula que cada año generan unas 250 toneladas de residuos. 150 toneladas de estos residuos no son orgánicas y aquí no tienen ningún sistema de tratamiento.

Si la mayoría de los visitantes, guías y habitantes del Khumbu que bajan hasta Lukla y Kathmandu, se llevaran entre ½ kg y 1 kg de estos residuos, ello significaría que casi el 50% se transportaría hasta Kathmandu sin ningún tipo de coste. Este es el objetivo del CARRY ME BACK.

La prueba piloto

Desde el 15 de octubre hasta el 30 de noviembre, Sagarmatha Next (www.sagarmathanext.com) en colaboración con el Sagarmatha Pollution Control Committee (www.spcc.org.np) han llevado a cabo una prueba piloto de esta iniciativa.

A la salida de Namche montaron una pequeña estación de empaquetado y recogida de bolsas con residuos metálicos y plásticos prensados, que las personas que bajaban de Namche hacia Lukla, se podían llevar. Un equipo de personas y unas pancartas muy ilustrativas informaban sobre esta iniciativa.

La respuesta, según los impulsores de la prueba, superó sus expectativas desde el comienzo. Habían preparado 1.000 bolsas, herméticas y fáciles de colgar en las mochilas, pensando que serían suficientes para ir haciendo la rotación Namche – Lukla – Namche a medida que la gente las fuera bajando. Sin embargo, enseguida se dieron cuenta que se habían quedado cortos y eso les obligó a incrementar la frecuencia de los viajes de regreso de las bolsas desde Lukla a Namche.

Durante los días que ha durado la prueba, han participado en ella más de 2.500 personas que bajaban de Namche hacia Lukla, la cuales se llevaron más de 5.000 bolsas de residuos, lo que supone una media de algo más de dos bolsas por persona. ¡El récord lo tiene una persona que se llevó 14! 

Según los impulsores del proyecto Sagarmatha Next, esto confirma la buena acogida de la propuesta CARRY ME BACK y para la próxima temporada, en la primavera de 2020, prevén la implantación definitiva, prolongando el transporte hasta Katmandú.

Con esta iniciativa se da un paso importante en la dirección de no incrementar la huella ecológica de nuestra actividad turística. Un buen ejemplo de cómo concienciar a los viajeros de no dejar residuos donde no hay sistema de tratamiento ni reciclaje.

SHERPA HOTEL – Adiós al primer lodge de Namche 

 

Como dice el título, en este post quería hablar sólo de este pequeño «descubrimiento» que hice aquí en Namche y que está entre el romanticismo y la historia. Pero, al empezar a escribir, enseguida me di cuenta de que, para la gente que sigue mi blog y no ha estado nunca en Namche, podía ser interesante ponerlo en contexto y explicar el origen y evolución de este pueblo que, en mi opinión, es un hecho muy singular no sólo aquí en el Khumbu sino en todas las zonas de montaña de Nepal. Y para quien ya lo conozca o tenga prisa (¡ay la prisa de los occidentales!) puede ir directamente al último apartado donde encontrará la información de este pequeño hallazgo.

Namche

Namche, llamado Nauje en la lengua Sherpa, es un pueblo que se creó hace menos de 150 años en una zona que, según la tradición oral, estaba llena de árboles, sobre todo enebros y abetos. Por eso al principio lo llamaban Nagchhe, que significa «el gran bosque», y que derivó hacia Nauje. Los primeros habitantes cortaron grandes cantidades de árboles de manera que hoy el anfiteatro natural donde se halla el pueblo de Namche es una zona sin árboles. No obstante, en los últimos años están repoblando los alrededores con árboles autóctonos por iniciativa de vecinos y del Sagarmatha National Park.                

El comercio y el mercado semanal

Namche nunca ha sido un pueblo agrícola y ya desde el principio sus habitantes, muchos de los cuales llegaron de los pueblos de los alrededores, se dedicaron al comercio de intercambio entre Nepal y Tíbet. Las principales materias que los comerciantes sherpas del Khumbu intercambiaban, eran sal y lana proveniente del Tíbet por arroz y cereales de la India y Nepal. Esto les hizo prosperar rápidamente gracias a que el gobierno nepalí a mediados del siglo XIX concedió a los sherpas el monopolio comercial con el Tíbet a través del collado del Nangpa La, que es por donde entraron los primeros sherpas provenientes del Tíbet hace más de 500 años. Hoy en día la comunidad sherpa de Namche es considerada una de las más ricas de Nepal.

Los primeros años, Namche era sobre todo un lugar donde los comerciantes almacenaban las mercancías hasta que, a principios de los años 1900, se fue convirtiendo en el principal centro comercial de la zona. Esto fue así hasta que en 1959 China ocupó el Tíbet y el gobierno chino cerró el paso por el puerto del Nangpa La, que comunica el Khumbu y el Tíbet, y así fue como se terminó el comercio entre los dos países. A los pocos años China autorizó a los tibetanos a ir hasta el mercado de Namche, pero no a los sherpas a entrar en el Tíbet. Finalmente, en 2012, lo prohibieron totalmente porque había demasiados tibetanos que no volvían, ya fuera para quedarse en Namche u otros lugares como refugiados, o para ir a visitar el Dalai Lama en la India.

Hasta 1964, el mercado semanal de Namche no existía ya que los mercados semanales son habituales en Nepal, pero no son una costumbre sherpa. Hasta entonces las mercancías se almacenaban en las casas y los comerciantes las vendían bajo demanda. Fue un oficial militar del primer destacamento que el gobierno nepalí estableció en Namche, quien inició el mercado para cubrir las necesidades de los soldados que eran más amplias y diversas que las de los sherpas. Desde el inicio fue un mercado de sábado hasta que hace un par de años se amplió al viernes durante todo el día y el sábado hasta mediodía.                  

El crecimiento de Namche

En los primeros tiempos, Namche era un pueblo muy pequeño. Se sabe que en 1855 había 55 hogares y ya hasta 1990 no encontramos los siguientes datos que hablan de 115 hogares y 530 habitantes. Y desde entonces hasta hoy no hay datos fiables del crecimiento de Namche ya que los censos ofrecen datos por agregaciones de pueblos. No obstante, las estimaciones hablan de unos 270 hogares y 900 habitantes en 2001 y 320 hogares y poco más de 1.000 habitantes en 2011.

En cambio, sí hay datos de la evolución del turismo y los alojamientos en Namche. En 1964 llegaron tan sólo 20 turistas, pero en el año 2000 fueron 25.291 y en 2018 alcanzaron los 56.303. Esto ya da una idea de la magnitud del impacto del turismo en este pueblo.                                                                   

En cuanto al alojamiento de los turistas, hasta comienzos de los años 1970 acampaban en tiendas o se alojaban en casas particulares de los mismos guías que los acompañaban. No fue hasta 1971 que se abrió el primer lodge. Al cabo de 2 años ya eran 3 y en el año 1990 se habían abierto 30, con una capacidad de 600 camas. En el año 2012 había 51 alojamientos, entre lodges y hoteles, y actualmente hay 60.

Como buen pueblo de comerciantes que son, la primera tienda se abrió en 1967, es decir, 4 años antes de que el primer lodge. En 1990 ya había 15 tea shops y 25 tiendas. En el año 2000 aparecieron ya las primeras Bakeries, que ofrecían pastas y capuccinos. Actualmente hay 14.

El gran número de turistas y la infraestructura que se ha creado en los últimos 50 años ha hecho de Namche un pueblo atípico entre los pueblos del Khumbu. Durante las temporadas de primavera y otoño se parece más a una pequeña ciudad turística occidental que a un pueblo rural de cualquier valle en que haya que andar dos días para llegar hasta él. Es el paradigma de la capacidad transformadora del turismo aquí en Khumbu.

El primer lodge

Aquel primer lodge, que tenía por nombre Sherpa Hotel, se abrió en 1971 en un edificio existente, de construcción tradicional sherpa, que constaba de dos plantas. La inferior, con entrada desde el campo posterior, estaba destinada a almacenes y corrales para el ganado como era costumbre en las casas sherpas. La planta superior era donde se alojaban los turistas y tenía entrada independiente desde el camino que ahora es una de las calles principales de Namche. Sobre la puerta de acceso todavía se puede leer perfectamente Sherpa Hotel.    

  Constaba de un vestíbulo de acceso, una gran cocina, un salón comedor y una gran habitación comunitaria para todos los huéspedes. El «menú» en aquellos años era a base de patatas, arroz y más patatas.      

El edificio donde estaba el Sherpa Hotel todavía existe hoy, aunque en muy mal estado, como se puede ver en las fotografías. Hoy sirve de almacén trastero y tiene los días contados ya que a principios del año próximo está previsto demolerlo para construir un nuevo edificio para usos comerciales y de servicios. Es por eso por lo que he querido dejar este modesto testimonio de lo que fue el inicio de los servicios de alojamiento que, en menos de 50 años, han transformado radicalmente el pueblo de Namche.               

KANCHHA SHERPA – El último de aquellos primeros

Hace pocos días, caminando por los alrededores de Namche me crucé con un hombre, ya mayor, que caminaba despacio, vestido con elegancia a la manera tradicional de los sherpas y que iba rezando mientras contaba los mantras que recitaba con las bolas del threng-nga, una especie de rosario que usan los budistas.       

Equipo de la expedición al Everest 1953 – Kanchha en el círculo rojo 

Su cara me resultó familiar y después de unos segundos de duda (yo soy muy mal fisonomista) recordé unas fotos suyas que había visto y me di cuenta de que era Kanchha Sherpa, el último miembro vivo de todo el equipo de 103 sherpas y 13 expedicionarios que formaron parte de la expedición que llegó a la cima del Everest por primera vez, el 29 de mayo de 1953.

Nos saludamos e intercambiamos unas pocas palabras de presentación, nos hicimos unas fotos y quedamos en vernos un día en su casa para hablar tranquilamente. Y cada uno seguimos nuestro camino en aquella soleada mañana de otoño.       

Así fue como conocí a quien el Nepali Times bautizó como The last of the first (El último de los primeros) y que yo me he permitido utilizar para titular este post.

Kanchha Sherpa tiene ahora 86 años, pero tenía apenas 19 cuando conoció Tenzing Norgay, el sherpa que lideró el equipo de sherpas que hicieron posible que el mismo Tenzing y Edmund Hillary pisaran por primera vez la cima más alta de la tierra, el Everest (8.848 m).

La historia del Kanchha es una historia curiosa que cuando él la explica le brillan los ojos de una manera poco frecuente en una persona de su edad. Te emociona.

En 1952, cuando una expedición suiza pasó por Namche de camino al Everest, Kanchha Sherpa quedó impresionado con el material y el «glamour», dice él, de los montañeros. Tan fuerte fue la impresión que le causaron que, con 19 años, él y tres amigos suyos se marcharon de casa, andando hacia Darjeeling (India). Allí, una mujer de Thame los condujo hasta Tenzing Norgay, que resultó que conocía a su padre y que preparaba la expedición de John Hunt y Edmund Hillary, de 1953 al Everest. Ambas cosas fueron decisivas para que lo contratara.

Él, hasta entonces había trabajado de porteador transportando cargas de sal, maíz o arroz arriba y abajo del camino que lleva hasta el Tíbet a través del collado del Nangpa La (5.800 m). No tenía ninguna experiencia de escalar montañas, pero aprendió rápido y se ganó la admiración y el respeto de los miembros de la expedición. Así, a los pocos días ya transportaba bombonas de oxígeno y otras cargas desde el campo base hacia los campos de altura que se iban instalando y así llegó hasta el Collado Sur del Everest (8.000 m).

Hablando de hasta dónde había llegado, me decía «Yo no estaba especialmente interesado en llegar hasta arriba del todo, pero tampoco pudo hacerlo porque no todos estábamos autorizados por el gobierno del país, para llegar hasta la cima».

Durante 20 años continuó trabajando de porteador de altura para varias expediciones hasta que, en 1973, una avalancha mató a 11 sherpas, entre ellos su hermano Jangbu. Fue entonces cuando, ante la insistencia de su mujer, lo dejó. Aunque continuó unos años trabajando de guía para grupos de trekking, pocos años más tarde abrió el lodge Nirvana Home, en Namche, aprovechando el incremento del turismo de montaña en los años 1980.

Gracias a ello sus hijos, dos chicas y dos chicos, pudieron estudiar y se establecieron en Katmandú y Dinamarca. Hoy, es su hijo pequeño Tshering quien, después de haber vivido 12 años en EE.UU., gestiona junto con su mujer el lodge que Kanchha abrió, y que goza de muy buena reputación.

Actualmente Kanchha pasa medio año, el verano y el invierno, en Katmandú con su hija mayor Dawa y en primavera y otoño, que es cuando hace mejor tiempo, se instala en Namche en el lodge de la familia.

Es ahí donde nos encontramos hace pocos días a su sencilla habitación, sentado en un sillón. Cuando entré estaba haciendo girar un mani lhakor (uno de aquellos pequeños molinillos de oración con mantras grabados). Esto me inspiró la primera cuestión que le planteé sobre cómo el budismo había influido en su vida. Me dijo «ha sido y es mi estilo de vida porque estoy convencido de que en esta la vida en todo momento hemos de hacer el bien, respetar a personas y animales, y ayudar a la gente necesitada. Esto complace los dioses y es el camino adecuado para una próxima vida (después de la reencarnación) en plenitud «.

Hablamos de Tenzing y Hillary. Me explicó que estaban muy unidos y que se fiaban el uno del otro sin límites y que se habían dicho: «si vivimos, vivimos ambos y si morimos, morimos los dos». Y vivieron ambos. También me dijo que ambos habían llegado a la cima juntos, al mismo tiempo. Esto deja sin sentido la polémica que tantas veces se ha suscitado sobre quién había pisado primero la cima.  

De Hillary explica que el pueblo Sherpa le está muy agradecido por cómo los ayudó durante el resto de su vida mediante la creación del Himalayan Trust (https://himalayantrust.org) para construir escuelas y hospitales.

Quizás fue este ejemplo lo que, hace 3 años, le hizo decidir, con la ayuda y el compromiso de su familia, crear la Kanchha Sherpa Foundation (https://kanchhafoundation.org ) para ayudar a la educación los niños y niñas. Con algunas donaciones importantes y sobre todo con las pequeñas donaciones que reciben, pueden ayudar a las escuelas de Namche y Thame y una escuela de cerca de Katmandú, donde distribuyen mochilas por los alumnos, dan unos premios anuales a los mejores estudiantes y también distribuyen material escolar.

Terminamos nuestro encuentro hablando de sí, para la gente Sherpa de estos valles, el turismo ha sido positivo o negativo. Su respuesta fue: «El turismo ha sido bueno para los sherpas» pero enseguida agregó «pero es malo para los dioses». Y como si lo quisiera ilustrar dijo: «Cuando era pequeño, en invierno las montañas eran siempre blancas de nieve. Ahora, las cumbres son negras. ¡Esto no es bueno! «. Un resumen sabio de lo que es el cambio climático aquí en el Khumbu … y en todas partes.    

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN SHERPA EN EL KHUMBU

 Descripción del territorio

Los sherpas llegaron a estos valles hace poco más de 500 años procedentes del este del Tíbet, en varias oleadas migratorias entre los siglos XVI y XVIII, y se establecieron en lo que hoy se conoce como el distrito de Solukhumbu formado, de norte a sur, por las zonas de Khumbu, Pharak y Shorong (Solu en Nepalí).

La última Constitución de Nepal aprobada en 2015 estableció una nueva organización administrativa con provincias, distritos y municipios. Como consecuencia de ello se creó la Khumbu Pasang Lhamu Rural Municipality (KPLRM) que comprende las zonas del Khumbu, Pharak y la parte norte de Shorong desde el pueblo de Kharikhola hasta debajo Lukla. Este territorio es donde desarrollo mi proyecto.

El nombre de este municipio honra a Pasang Lhamu Sherpa, la primera mujer Sherpa y nepalí que subió el Everest. Fue el 22 de abril de 1993 y al bajar, ella y su marido murieron cuando apenas habían alcanzado la cima sur del Everest, debido al mal tiempo que se empeoró de manera repentina.        

 Mapa de las zonas de la KPLRM y su situación en el distrito de Solukhumbu y Nepal

La evolución de la población Sherpa

Según la antropóloga americana Sherry Ortner, los primeros Sherpas llegaron al Khumbu el 1533 y veinte años después, en 1553, ya se extendían hasta la zona de Shorong situada más al sur y a menos altitud que el Khumbu. Vivieron con total independencia y tranquilidad durante casi dos siglos hasta que en 1717 fueron sometidos por una dinastía hindú y en 1772 por el reino Gorkha, al que tuvieron que empezar a pagar tributos. Salvo esta cuestión, nada menor por supuesto, continuaron disfrutando de un alto nivel de autonomía ya que nadie se acercaba a zonas tan remotas y de difícil acceso.

Esto fue así hasta los años 1960 en que, debido a las tensiones políticas entre los dos estados vecinos, China e India, el gobierno nepalí comenzó a abrir oficinas gubernamentales y a situar destacamentos de policía y de militares. Esto, y la declaración de parque nacional en 1976 gestionado inicialmente por funcionarios no Sherpas, supuso la pérdida de la capacidad de gestionar ellos mismos sus intereses.

A pesar de las pocos datos disponibles, se sabe que sólo en la zona del Khumbu, en 1836, había 169 hogares y en 1957 ya había 596. Ya con datos de censos modernos, sabemos que en 1991 los hogares se habían incrementado hasta 830 y según el último censo disponible (2011) se contabilizaron 1.031.

Según este último censo en el conjunto de las tres zonas de la KPLRM, en 2011 había un total de 2.433 hogares, lo cual nos indica que casi la mitad de los hogares de este territorio estaban situados en la zona del Khumbu , es decir en Namche y en los pueblos de más arriba.        

En cuanto al número de habitantes, en el conjunto de la KPLRM, en 2001 vivían 8.243 personas y el año 2011, 8.969 de las cuales sólo 5.212 (58%) eran de la etnia Sherpa. Estas cifras nos muestran el cambio en la composición de la sociedad de esta territorio que en poco más de 60 años ha pasado de ser 100% Sherpa a un 58% de media. Si lo miramos por zonas, vemos que la proporción de población Sherpa aumenta de sur a norte y con la altura de las zonas, un 40% en la zona de Shorong (Solu), un 52% a Pharak y la más alta en el Khumbu, un 74%.

Esto se ha producido por dos factores. Uno es la llegada de personas de otras etnias, algunas destinadas a la zona por el gobierno del país (funcionarios, policías y militares) y la mayoría atraídas por las oportunidades de trabajo que ofrece la actividad turística.

El otro factor es la emigración de sherpas hacia Kathmandu o al extranjero que, en tan sólo 10 años (desde 2001 hasta 2011), ha hecho disminuir la población Sherpa en 500 personas (un 10%). Esta tendencia va en aumento por dos causas. La primera es que a medida que mejora el nivel económico de las familias estas deciden establecerse en Katmandú o en el extranjero o bien envían a sus hijos a estudiar allí, ya desde pequeños. La segunda causa es el incremento del número de escuelas y de alumnos, y el convencimiento de padres y madres de que la educación de los hijos es la mejor garantía de que puedan tener una vida mejor que la suya. Ello es la causa de que cada vez haya más chicas y chicos que estudian en Katmandú. En ambos casos, una vez acabados los estudios, muy pocos vuelven al lugar de origen.

Este hecho puede parecer una contradicción, o quizás lo es, ya que el incremento y mejora de la formación en estos valles, hecho indudablemente positivo, a la vez provoca que la juventud mejor preparada se acabe estableciendo fuera del territorio que les ha visto nacer .