LA VIDA DONDE NO LLEGA EL TURISMO

Nepal es un país que depende bastante del turismo y especialmente algunas zonas de montaña donde la economía depende casi únicamente del turismo.

En la municipalidad de la Khumbu Pasang Lhamu Rural Municipality (KPLRM), las dos zonas que hay desde Lukla hacia arriba, Pharak y Khumbu, son las que se benefician del turismo. En cambio, la zona de Shorong (o Solu) entre Lukla y Kharikhola la realidad es completamente diferente. Por ello, en diciembre pasado, quise aprovechar el viaje de bajada desde Namche hacia Kathmandu, para recorrer andando buena parte de lo que normalmente se hace en avión y así conocer cómo es la vida allí donde el turismo no tiene casi presencia.

Mapa del camino de Namche a Phakding y Kharikhola

LA SITUACIÓN ACTUAL

Con este objetivo, mi amigo y guía Pasang y yo bajamos caminando desde Namche hasta el pueblo de Kharikhola para que pudiera conocer de primera mano la única zona donde yo no había estado nunca. En el pueblo de Phakding dejamos el camino que va directo a Lukla, para cruzar el río Dudh Koshi por un viejo puente colgante y seguir por el antiguo camino que usaban tanto la gente local como los primeros expedicionarios y los grupos de trekking, antes de que se construyera el pequeño aeropuerto de Lukla en 1964. Un recorrido romántico muy recomendable.

Este camino nos llevó primero hasta las aldeas de Nyerse, Sengma y Rongdingma, donde ya pude apreciar la diferencia con los pueblos turísticos. Aquí la gente vive de una agricultura poco variada y muy rudimentaria, con poco ganado, básicamente para el autoconsumo y para las labores del campo. No hay ni comercio ni servicios. Hasta hace 10 años, en Rongdingma había una pequeña escuela, pero ahora está cerrada. Por ello, los habitantes de estos pueblos, para cualquier cosa tienen que ir a Chaurikharka o Lukla, cruzando el profundo valle del río Dudh Koshi.

Nosotros hicimos lo mismo y una vez llegados a Chaurikharka seguimos nuestro camino hacia abajo, siguiendo el curso del río, pero con muchas subidas y bajadas. Durante 3 días fuimos pasando por los pueblos de Surke, Paiya, Burpa y finalmente llegamos a Kharikhola, que es el pueblo situado más abajo (2.100 m) y más al sur del territorio (la KPLRM) donde desarrollo mi proyecto.

A diferencia de los tres primeros pueblos, estos otros cuatro están situados sobre el camino que actualmente se utiliza para ir hacia las zonas altas del Khumbu. Estos pueblos, inicialmente agrícolas, durante los años 1950 y la primera mitad de los 60 se beneficiaron del paso de las primeras expediciones y trekkings, construyeron lodges y lugares de acampada, y comenzaron a ofrecer servicios. Todo esto representó una mejora importante en la vida y la economía de esta zona.

Fue así hasta 1964 en que se construyó el aeropuerto de Lukla y el turismo dejó de pasar por estos pueblos con la consiguiente pérdida de ingresos de sus habitantes. Es cierto que la infraestructura de alojamiento que se había creado se mantuvo, pero reorientada a los clientes locales y por tanto adaptada a unas menores exigencias y posibilidades económicas.

Teniendo en cuenta que la orografía de esta zona ya es más suave y permite un buen aprovechamiento de la tierra organizándola en terrazas y que se pueden cultivar muchas más variedades de fruta, verdura y cereales, podríamos pensar que la agricultura y la ganadería habrían podido volver a ser el motor económico, aunque más pequeño que el turismo, de esta zona. Pero esto no fue así. La principal razón es el cambio que en las últimas décadas se ha producido en el mercado de productos agrícolas y ganaderos. La construcción de carreteras, ni que fueran de tierra, que cada vez llegaban más cerca de esta zona, facilitó que llegaran productos de otros lugares con lo que su mercado natural se rompió.

El resultado es que hoy en día el sector primario local no tiene mercado y sólo quedan pequeñas explotaciones familiares para el autoconsumo y un exiguo comercio local. Muchas explotaciones se abandonaron y sus propietarios emigraron hacia Kathmandu o al extranjero.

A pesar de esta situación hay un aspecto positivo importante de señalar. Es la apuesta por la educación, que ya expliqué que existía en las zonas de más arriba, i que aquí se ha mantenido. En nuestro recorrido encontramos dos pequeñas escuelas, una en Surke y otra en la parte alta de Kharikhola, dos más medianas en Paiya y Burpa y una grande, con todos los niveles de primaria y secundaria, en Kharikhola. Todo ello para una población que no llega a las 2.000 personas, pero dispersas en un área muy grande.

En cambio, de la infraestructura de salud no podemos decir lo mismo ya que es casi inexistente. La única infraestructura que había, el hospital de Kharikhola, desapareció con el terremoto de 2015 y las obras de construcción de un nuevo hospital llevan tiempo paradas. Hay un pequeño hospital provisional donde no siempre hay médico. Por lo tanto, la gente de aquí, si tienen un problema de salud algo importante, deben ir a Katmandú que, ahora que la carretera ya llega hasta Kharikhola, queda «sólo» a 17 horas en jeep por unas carreteras que en buena parte son de tierra y las que están asfaltadas presentan un estado deplorable.

Hasta aquí la realidad de una vida dura que he podido observar en mi camino de bajada desde Namche hasta Kharikhola.

UN FUTURO POCO ESPERANZADOR

Algunos recordaréis que en el post núm. 7 hablaba de la construcción de una carretera desde Kharikhola hasta arriba a Chaurikharka. Pues bien, ya está en construcción. Pude ver grandes máquinas abriéndose paso por un terreno imposible, de mucha pendiente, con mucha roca, pero también con partes propensas a los deslizamientos. Las previsiones son que esté terminada, de momento sin asfaltar, el mes de julio. No creo que sea así, pues hace pocos días pude ver hasta dónde habían avanzado en dos meses y dudo que en julio se pueda terminar. Pero si no es en julio será un poco más adelante.

El sector del turismo, de Chaurikharka hacia arriba está contento con esta carretera, pues facilitará mucho el acceso de los turistas que ahora depende básicamente del pequeño aeropuerto de Lukla muy castigado por la climatología de la zona.

Pero de Chaurikharka hacia abajo, a pesar de que reconocen que disponer de una carretera es una mejora incuestionable para su vida diaria, la gente en general no está muy contenta por el impacto negativo que creen que tendrá en el ya exiguo negocio del turismo. Las personas con las que hablé coincidían en que la poca gente que ahora se para en los puestos de comida y alojamiento, con la nueva carretera irán hasta Chaurikharka en un solo día, sin necesidad de pararse ni alojarse en el trayecto. Es decir que, tras el impacto negativo que para ellos ya tuvo el aeropuerto de Lukla, la carretera tendrá seguramente un efecto negativo aún mayor.

Como habréis visto, las zonas con turismo y las que no lo tienen, conviven unas junto a las otras, pero son dos mundos completamente diferentes y mi conclusión es que, en estas zonas, todo el mundo mira el turismo como la salida más plausible para un futuro mejor.

Y como los sherpas son una gente con una gran capacidad de adaptación a los cambios, como ya lo han demostrado varias veces, los de esta zona necesitarán reinventarse, como se dice ahora, buscando propuestas de turismo alternativo al de las expediciones y los largos trekkings de altura. Y estoy seguro de que saldrán adelante.